Bomberos 100 Policia 101 Hospital 107 |
ESTADOS UNIDOS
04-04-2017
Diane van Deren, la mujer que no se cansa de correr
(RP)2017-04-04-1:08
Una operación en el cerebro le permitió a la estadounidense de 57 años eliminar de su vida la tortura de constantes convulsiones. Pero le dejó como secuela una dificultad para orientarse en tiempo y espacio. Y ella lo transformó en virtud para afrontar carreras de larga distancia.
Atletismo
La historia de Diane van Deren no es una historia común. Es una historia que asombra e inspira. Para contarla hay que abarcar muchos capÃtulos: algunos de sufrimiento y de duros desafÃos, otros de lucha y perseverancia y muchos de alegrÃa, de superación y de triunfos. Hay que mencionar que The New York Times la describió en un artÃculo como un "milagro médico". Hay que recordar que alguna vez fue tenista y que hoy, a los 57 años, es una de las ultramaratonistas más aguerridas. Y no hay que olvidarse de que sufrió durante una década de una epilepsia debilitante, que se sometió a una cirugÃa que la liberó de la tortura de las convulsiones y que, desde entonces, lucha dÃa a dÃa con una dificultad para orientarse en el tiempo y el espacio. Y aún luego de ese rápido resumen, todavÃa queda mucho por decir.
"Hola. ¿Cómo estás?", dice una voz alegre desde el otro lado del teléfono, en un claro castellano con un marcado acento estadounidense. Asà comienza la charla de ClarÃn con Van Deren, quien llegó por tercera vez a la Argentina para disputar el The North Face Endurance Challenge en La Cumbrecita. Diane nació en 1960 en Omaha, Nebraska. Cuando tenÃa 16 meses, sufrió convulsiones durante casi una hora seguida. Como el episodio no se repitió, los doctores asumieron que habÃa sido provocado por una fiebre muy alta. En su niñez, jugó al básquetbol y al golf antes de descubrir el tenis, su primera gran pasión. Después de conocer a Scott van Deren, con quien está casada desde hace 34 años, colgó la raqueta para dedicarse a su familia. Pero cuando tenÃa 28 años y estaba embarazada de su tercer hijo, comenzaron los problemas.
"TenÃa dos meses de embarazo cuando empecé a sufrir convulsiones. Los episodios ocurrÃan una y otra vez y los doctores no estaban seguros de qué los causaba. Me sometà a varios estudios antes de que me diagnosticaran epilepsia", cuenta Diane, con una voz suave y pausada. Entre cada oración, hay un silencio que parece servirle para volver a ubicarse y ordenar sus ideas. Esas pausas, sin embargo, no la hacen perder el hilo de lo que está contando.
"En ese momento, me di cuenta de que mientras corrÃa, nunca tenÃa convulsiones y asà nació mi amor por el ultra running. Entonces corrÃa para escapar de mi enfermedad. Era mi manera de enfrentar esa realidad, de manejarla. Y me sentÃa vibrante, libre", explica van Deren.
Durante diez años sufrió convulsiones que se hicieron cada vez más frecuentes. Entonces tomó una decisión que cambiarÃa su vida. "Mi enfermedad se estaba adueñando de mi vida. Ya ninguna medicación funcionaba y corrÃa el riesgo de morirme durante uno de los episodios. Por eso decidà operarme", explica la estadounidense. Durante la cirugÃa a la que se sometió en 1997, los médicos removieron una porción de su cerebro -parte del lóbulo temporal derecho y del hipocampo- del tamaño de una pelota de golf, dañada por tantos años de enfermedad.
"La operación me salvó la vida. Nunca más tuve una convulsión y por eso me siento bendecida. Pero lucho con mi capacidad de ubicarme y de manejar mis tiempos", cuenta quien aprendió a sacarle provecho a su discapacidad. Es que como frecuentemente no sabe cuánto tiempo ha transcurrido desde que empezó a correr, no siente el cansancio psicológico como otros atletas.
Tras la cirugÃa, Diane recorrió el mundo compitiendo en las pruebas más desafiantes. Algunas tan duras que dejarÃan a muchos con la boca abierta. En 2009, por ejemplo, ganó el extenuante Yukon Arctic Ultra, una carrera de casi 700 kilómetros a través de un desierto congelado. En 2010, combinó su disciplina con el montañismo y realizó un rápido ascenso al Aconcagua. En 2011 completó la carrera de 100 Millas (160 kilómetros) más dura del mundo: en el Hardrock 100, durante 45 horas seguidas, subió y descendió un total de 18.300 metros. Y en 2012, en las 1.000 millas (1.600 kilómetros) a lo largo del emblemático Sendero de Montañas a Mar, atravesó el estado de Carolina del Norte en 22 dÃas, 5 horas y 3 minutos, superando el récord anterior en unos dos dÃas.
"Tuve que aprender a manejar mi discapacidad, pero les demostré a todos que podÃa volver a correr después de la operación. Cuando compito, tengo que concentrarme y estar consciente en todo momento en qué lugar del recorrido estoy. Me he perdido muchas veces en medio de una carrera. Pero no entro en pánico. Sé cómo volver sobre mis pasos y seguir algunas ramas o piedras que fui dejando como pistas que me indiquen en qué lugar me desvié del camino", explica van Deren, que asegura que siempre tuvo esa habilidad para concentrarse plenamente en la competencia.
"Desde los dÃas en que jugaba al tenis, siempre pude 'meterme en la zona' muy fácilmente, incluso antes de la cirugÃa. Cuando no estás pensando en el tiempo y en el resultado final, podés concentrarte en el momento y simplemente correr. Nunca miro el reloj cuando corro. Es simple, sólo corro, disfruto de los escenarios y de la naturaleza y no pienso en el resultado final hasta que no veo la meta", afirma la estadounidense. Y cuenta qué le pasa por la cabeza durante esos largos perÃodos de competencia: "Dos cosas suelo hacer en esas largas horas: trato de no pensar en nada y tengo la mente en silencio o escribo música. Yo toco la guitarra y canto. Asà que a veces cuando corro voy componiendo música, que luego grabo en un estudio. La naturaleza me hace sentir en paz, pero también despierta mi creatividad".
La facilidad que tiene para superar cada competencia contrasta con los desafÃos que le presenta su vida diaria. "Con la lesión de mi cerebro, lo confuso para mà es el dÃa a dÃa. Cuando viajo, voy de un aeropuerto al otro o me muevo en grandes ciudades, me pierdo muy seguido", asegura. Aunque aclara: "Tengo una vida maravillosa en casa, en Colorado, con mi esposo y mis tres hermosos hijos. Aprendà cuáles son las herramientas que puedo usar para manejarme. Voy escribiendo notas durante el dÃa para recordarme cosas o uso piedras o palitos para marcar los caminos. Mi vida no se centra en los detalles. Soy muy simple y básica y me gusta vivir cada dÃa plenamente".
Casi 30 años pasaron desde la primera vez que se calzó sus zapatillas para correr y escapar de su enfermedad. Más de la mitad de su vida. Pero Diane no piensa parar. "¿Hasta cuándo pienso seguir corriendo?", repite la pregunta de ClarÃn entre risas. Responde: "Me encanta correr, competir, entrenarme y viajar. He estado haciendo esto por muchÃsimos años y me siento bendecida. Por ahora voy a continuar porque me da una plataforma para hablar de lo que me pasó. Todos tienen una historia. Yo quiero compartir la mÃa porque quiero transmitir esperanza, resistencia, disciplina y la importancia de creer en uno mismo y nunca rendirse en la búsqueda de tus sueños".
Luciana Aranguiz.
Clarin.com