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SALTA-ARGENTINA.
28-09-2024

Robo sin tregua de rieles en Salta del ramal que va a Bolivia. "Al estado bobo, no se le ocurre patrullar las vías". El viaje de Buenos Aires a La Paz.

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(Villa Elisa al Dia)

2024-09-28-H:9:29
Robaron casi 2 km de rieles del ramal C 15 para venderlos como chatarra en la frontera con Bolivia


La policía de Orán logró detener la marcha de un camión que transportaba 35 tn de rieles del ferrocarril.El material era transportado en camiones hacia la frontera, donde se vende a US$ 250 la tonelada.

Ante la ausencia de patrullas, el estado en modo "Bobo" desde 1993, deja que le roben los rieles, mientras Intendentes, Concejales y legisladores, se enteran por los diarios. Por esos ramales, viajaba el tren internacional entre Argentina y Bolivia.

Lunes, 24 de junio de 2024 00:00
Robaron casi 2 km de rieles del ramal C 15 para venderlos como chatarra en la frontera con Bolivia

Asombrosa logística para desguazar y vender los bienes de la producción de los argentinos.
Un cargamento compuesto por 1.700 metros de rieles pertenecientes -supuestamente- al ramal C15 de Ferrocarrriles Argentinos fue interceptado en la ciudad de Orán por personal de motoristas de la Policía de la Provincia, que impidió la marcha de un camión semirremolque que transportaba en la caja una carga compuesta por 255 rieles ferroviarios en estado de uso, que fueron robados de algún tramo del ramal C15, que nace en Pichanal y llega hasta la frontera con la vecina República Plurinacional de Bolivia.


Los motoristas de la Policía al ver que la carga que transportaba el camión no tenía ningún aval legal y a simple vista se podía observar que era producto de un ilícito, consultaron con la Fiscalía federal en turno, que dispuso el secuestro del camión, de los rieles y la demora del conductor del transporte.

El exitoso operativo se pudo realizar merced a las medidas preventivas implantadas en puntos estratégicos de la provincia y evitaron un daño patrimonial a los bienes del Estado valuado en decenas de millones de pesos, aunque su reducción por chatarra se convierta en un precio vil.


El secuestro se produjo el sábado en la noche en Orán, donde la Policía incautó una carga compuesta de 255 rieles de ferrocarril que suman en total una extensión aproximada a los 1.700 metros de rieles.

Los rieles, se supo, habían sido sustraídos en forma ilegal desde un punto aún no identificado, dejando seguramente interrumpido el tránsito ferroviario por ese lugar.


Por el hecho, solo el conductor del camión fue puesto a disposición de la Justicia Federal.

El operativo se realizó pasadas las 20, cuando patrullas de motoristas de Emergencias Policiales de la ciudad de San Ramón de la Nueva Orán observaron en calle San Luis y Alvarado un camión de gran porte en la vía pública esperando salir. Al entrevistarse con el conductor y consultarle sobre la carga, el chofer de 55 años, oriundo de Pichanal, manifestó que se trataba de chatarra, percibiendo los uniformados cierto nerviosismo.


En consecuencia, verificaron que no era chatarra sino rieles de un ramal ferroviario robado, constatando la existencia de 255 rieles de vías férreas, sumando un total de 1.720 metros lineales de tal elemento, valuado en millones. La investigación está en curso y se estima que detrás de los robos existe una red de desguace y venta.

El desguace tiene antecedentes
En enero del 2024 también la Policía de Salta recuperó 29 rieles de las vías del tramo que une Aguaray con la frontera con Bolivia, además en aquella ocasión se secuestraron sierras, disco de corte y herramientas.

Siguen robándose un ramal ferroviario
Esta vez secuestraron 60 rieles robados en el tramo que atraviesa Aguaray.
Sabado, 13 de enero de 2024 01:22
Siguen robándose un ramal ferroviario

La policía de Aguaray recuperó 60 rieles del ferrocarril Belgrano que habían sido robados de un ramal que conecta con la línea internacional que une Argentina con Bolivia.

La carga de acero pesado fue secuestrada cuando era transportada por un camión hacia la frontera, se presume ya que la cotización del acero pesado en la vecina república tiene un precio altamente superior a lo que pagan las chatarrerías nacionales.

Cabe señalar que estos rieles de tránsito pesado que son robados casi a diario pesan entre 40 y 50 kilos por metro, es decir que si el riel es un estándar de 11 metros los delincuentes se llevan más de media tonelada de acero a las fundiciones del vecino país.


Dos personas detenidas
En el marco de los operativos preventivos implantados en puntos estratégicos de la provincia, en horas de la noche en Aguaray, la Policía incautó un cargamento con rieles de ferrocarril que habían sido sustraídos. Por el hecho, dos personas fueron puestas a disposición de la Justicia.

Ocurrió el jueves a horas 20, cuando efectivos de comisaría 5 de Aguaray que realizaban control preventivo en un camino alternativo que conduce al paraje Capiazuti, detuvieron la marcha de un camión con dos ocupantes.

Contradicción y nerviosismo
Al entrevistarse con el conductor y consultar sobre el cargamento que transportaba en el vehículo, el joven aportó datos contradictorios, denotando además nerviosismo en su accionar.

Atento a ello, los uniformados procedieron a verificar la zona de carga del rodado, constatando que entre desechos metálicos se hallaban ocultos un total de 60 segmentos de rieles de ferrocarril.


En forma inmediata se dio intervención a la Fiscalía Federal quien dispuso el secuestro de los elementos y del vehículo, como así también la demora de los sospechosos, dos jóvenes de 20 y 15 años.

Se robaba más de 100 metros de rieles del ferrocarril, quiso huir y quedó detenido
Ocurrió en el Paraje Piquirenda Estación de Aguaray. Un joven de 21 años fue demorado por la Policía de Salta cuando fue hallado in fraganti fraccionando y subiendo los rieles a una camioneta.
Sabado, 03 de febrero de 2024 09:44

La Policía de Salta halló in fraganti a un joven de 21 años robando rieles


Los rieles están elaborados por hierro forjado (aquellos entrados en años) y de acero laminado (los más modernos) de una altísima calidad por el peso que debe soportar los trenes cuando se transportan sobre ellos. Esto hace en el mercado negro tengan un valor importante.


En el marco de los operativos preventivos implantados en puntos estratégicos de la provincia, el viernes cuando la temperatura en horas del mediodía sobrepasaba los 40 grados en Aguaray, oficiales de de la Policía de Salta que realizaban un patrullaje en inmediaciones del Paraje Piquirenda Estación, observaron cómo un hombre se encontraba acopiando vías del tren, al notar la presencia de los uniformados, el sujeto intentó darse a la fuga.

Ante esta situación, los oficiales procedieron a la demora de un hombre de 21 años al que habían hallado in fraganti robando rieles. Al realizar el rastrillaje por la zona, encontraron 105 metros de vías férreas fraccionados en retazos de tres metros aproximadamente listos para ser trasladados. También hallaron 100 metros de cables. Se procedió al secuestro de los elementos y se dio intervención a la Fiscalía Federal.

Secuestran cientos de metros de rieles robados a ramales del ferrocarril Belgrano en el norte
En uno de los operativos se detuvo a un camión cargado con 270 metros de rieles sobre ruta 81. En tanto en otro operativo secuestraron casi 600 metros lineales de rieles ferroviarios robados.
Sabado, 17 de agosto de 2024 02:21
Secuestran cientos de metros de rieles robados a ramales del ferrocarril Belgrano en el norte

El desguace de las vías de los ramales ferroviarios del norte argentino es sistemático.
La Policía secuestró en varios operativos cientos de metros lineales de rieles ferroviarios que son robados sistemáticamente de los distintos ramales del Ferrocarril Belgrano en distintos puntos del norte de la provincia.

El robo de estos elementos se convirtió en sistemáticos y obedecería a una trama siniestra, según una fuente, ya que para el desguace de distintos puntos de los ramales se utilizan herramientas especiales, camiones de gran porte y diversos lugares de acopio, además de una logística para su comercialización.

Esta última etapa se realiza por pasos no habilitados que comunican con la República Plurinacional de Bolivia, donde son reducidos a precio dólar, informaron, fuentes del norte argentino.


La policía de la provincia informó ayer que en diferentes intervenciones, efectivos dependientes de las Unidades Regionales 4 y 14 secuestraron solamente en las últimas horas alrededor de mil metros lineales de rieles, que habían sido arrancados de los ramales y estaban siendo transportados o acopiados para su enajenación.

Por los hechos, tres hombres fueron puestos a disposición de la Justicia Federal, juntamente con loe elementos secuestrados, muchos de ellos cortados en tramo de tres metros para ser transportados en el chasis de un camión.


En la localidad de Dragones, efectivos hallaron abandonado un camión en ruta 81 y al verificar la zona de carga constataron la existencia de 90 rieles de 3 metros y 20 bolsas de carbón vegetal. Por otra parte, en una zona rural de General Ballivián se secuestraron 72 segmentos de vías férreas de diversos tamaños que se encontraban acopiados en diferentes sectores como así también 4 bolsas conteniendo tornillos y clavos.

La última intervención se registró en Tartagal, cuando personal de la División Seguridad Urbana recorría la ruta nacional 86 y divisaron un camión de gran porte con tres ocupantes. Al consultar al conductor por los elementos que transportaba, el hombre se tornó nervioso, aportando datos contradictorios. Atento a ello, fiscalizaron el cargamento, tratándose de 53 rieles de 10 metros cada uno. Los hombres de 35, 26 y 25 años fueron demorados.


Los demorados y los elementos secuestrados quedaron a disposición del fuero federal. Además, los vehículos fueron retenidos, ya que los mismos eran utilizados para cometer los delitos.

Trama que recuerda otra operación
Una fuente del norte argentino aseguró que detrás de estos hechos de vandalismo contra vías de comunicación comercial con las repúblicas vecinas además de una cuestión meramente económica existiría algo más, ya que los robos son sistemáticos y de seguir a este ritmo se estarían inutilizando tramos de importancia vital para la producción de vastas zonas del norte argentino.

La fuente señaló que el modus operandi hace recordar cuando detrás de una supuesta maniobra de chatarreros se terminó de boicotear la obra de un gasoducto estratégico.
El Tribuno.com

De La Paz a Buenos Aires, cuatro días y tres noches
Columna

GONZALO CHÁVEZ A.
RAÍCES Y ANTENAS
Publicado el 12/02/2024

Lunes de carnaval. Pausemos la coyuntura para hablar de trenes. En los años 60 y 70. La única manera accesible de ir de La Paz a la cosmopolita Buenos Aires era viajando en tren. Éste atravesaba buena parte de Argentina y Bolivia.

La mejor manera de hacer esta travesía era, sin duda alguna, en coche cama. Éstos eran unas espectaculares bodegas inglesas divididas en pequeñas cabinas, de esas que aparecen en las novelas de Ágatha Christie. Había dos camas forradas de un fino cuero, una arriba y otra abajo. Tenía, además, un lavamanos de cobre con agua limpia. El camarote estaba decorado al estilo victoriano con un revestimiento de madera oscura y olor a tradición.

En la época de vacaciones, probablemente salían dos o tres camarotes por viaje, acompañados de un coqueto coche comedor donde servían el almuerzo y la cena al estilo francés con manteles primorosos y garzones de guantes blancos. Las comidas eran de cuatro pasos. Una entrada ligera, una sopa suculenta, un segundo de chuparse los dedos y un postre maldito. Cuando era niño viajaba en este tren de lo que técnicamente se conocía como pavo, es decir, sin pagar el pasaje, pero no clandestino porque todo el tren y sus habitantes me conocían. En la época mi padre, el encargado de este hotel rodante vestía orgulloso un elegante uniforme con gorra ferroviaria.

Por supuesto, el tren atravesaba una espectacular geografía entre ambos países. Entre tanto, de niño yo dividí el viaje entre las comidas servidas a lo largo del trayecto, tanto en las estaciones en las que paraba el tren como en los almuerzos del coche comedor.

Partiendo de la estación Central en la zona norte de La Paz, y después de una hora de viaje llegábamos a El Alto, donde nos abastecíamos de un ajtapi espectacular: huevos duros, pero lozanos, un surtido de papas comandadas por las imillas, las purejas reventadas como pipocas y las papas negras de cáscara supergruesa. No podían faltar unas ocas pendencieras que se notaba que habían adquirido un bronceado color api a un sol de 4.000 metros de altura. No podía faltar el queso collana tostado con manteca de cerdo feliz y, claro, su ají amarillo en bolsa nylon.

En Oruro, donde las malas lenguas dicen que la vida es dura cuando no hay carnaval, el cocinero del coche comedor se abastecía de un charque azul de frío y de unos pejerreyes plateados, que venían directamente, muy frescos, del lago Poopó. Se decía que el chef del coche comedor había trabajado en el Club de La Paz y tenía una pasantía en el mercado Lanza como ayudante de la señora Bolita. Con estos ingredientes, el cocinero preparaba un charque mechado a mano, brutal, que jamás entraba entre los dientes y un pejerrey a la romana rebozado con huevos criollos y harina argentina, acompañado de unas papas altiplánicas al perejil virgen. Algunas horas después, llegábamos a Uyuni, donde unas señoras, de lentes oscuros, vendían conos de ispis con la sal de lugar.

Después de una noche de viaje llegábamos a media mañana a Tupiza, que era un ensayo del paraíso culinario. En el andén del tren nos esperaban otras señoras cargadas de enormes canastas, de donde florecían tamales como racimos de uvas, gigantes y humeantes que destilaban un ahogado rojo pecado picante. Desde las ventanas del camarote comprábamos decenas. Los tamales venían envueltos en papel blanco y forrados con el periódico de la página deportiva, del domingo, para que mantengan su temperatura. Desvestir los tamales de sus encajes y chalas era todo un arte. Y la sed que causaban era de otro planeta que sólo se atenuaba con unos jugos de moqochinchi preparado por un aquelarre de abuelas y brujas tupiceñas. Las bolas del jugo de orejón eran enormes y carnudas.

En Villazón, en cuanto una locomotora Argentina comenzaba a remolcar los coches cama ingleses, le cascábamos una salteñas potosinas con Sinalcol que defendían con dignidad, desde la frontera, la gastronomía e industria nacional.

Ya en La Quiaca, Argentina, comenzaba el recorrido a Buenos Aires. El tren tenía una tripulación variada, pero la mayoría era oriunda de Villazón y Tupiza, que antes de llegar a la quebrada de Humahuaca cambiaban de acento y se convertían en gauchos cerrados. Me saludaban con el clásico: “Qué hacés, papa frita”. Por supuesto en Jujuy y rumbo a Salta comenzaban a desfilar, sin pudor, los bifes de chorizo de carne argentina. A medida que avanzaba el tren rumbo a la capital, los cortes se hacían más sofisticados: ojo de bife, asado de tira, carnes que cortábamos con cuchara. También daban el aire de su gracia, como se dice en portugués, los tremendos sándwiches de mortadela. Eran tan abundantes que, daba la impresión de que uno se comía los pliegues de una chanchita gorda y feliz. Rebalsan de los panes franceses.

Asimismo, aparecían las medias lunas, las facturitas y los palitos de pan en bolsas papel y, por supuesto, el vino barato. La dosis. Un chorrito de vino Toro -en cuya etiqueta decía: “Si vino al mundo y no toma vino. ¿A qué vino?– con soda de sifón.

A lo largo del camino, en varias oportunidades, con la complicidad de maquinistas y camareros, tanto bolivianos como argentinos, yo subía encima del tren. Ellos me decían que los aires de los techos me harían pasar la cara de adolescente y la actitud arrabalera que ya se asomaba vertiginosa en mi humanidad.

Era una experiencia brutal llegar a Buenos Aires, la Europa latinoamericana, vital y gritona. Los compañeros ferroviarios argentinos tenían un hotel espectacular y una sede gigantesca en las cercanías del barrio de Boca. En la sede social de los trabajadores, en la entrada principal, había una foto de cuerpo entero de Evita Perón, la madre de los obreros, como la conocían en esa época.

Los compañeros ferroviarios de la hermana república de Argentina nos trataban a cuerpo de rey. Hacían aparecer media vaca y cocinaban unas parrilladas de padre y señor mío. Jugábamos al billar, al tenis y, cuando había tripulación del tren boliviano suficiente, se organizaban campeonatos de fútbol. Era una confraternización intensa y cariñosa.

La vuelta en tren a la patria era similar en la alimentación, pero veníamos cargados de revistas espectaculares, como Billiken, una infantil llena de divertidas manualidades e informaciones inútiles; El Gráfico, donde se estampaban las grandes jornadas del fútbol argentino; Las aventuras de Patoruzú, una lectura citadina y deslactosada de un indio pampeño o las ocurrencias de Isidorito Cañones, un porteño mujeriego y frívolo. El retorno se hacía más rápido con la lectura y las montañas de alfajores, turrones, cremalines y dulce de leche. El tren volvía cargado de historias y mucho comercio legal e ilegal. Eran épocas donde el tipo de cambio en Bolivia se devaluaba con frecuencia.

Por supuesto, mi dejo argentino llegaba pulido e irritaba a mis hermanos y coterráneos de Villazón. Durante mi niñez y primera juventud, fui decenas de veces a Buenos Aires, lo que seguramente despertó, tempranamente, mi vocación de economista.

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