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GUALEGUAY
09-06-2020

Falleció Juan Carlos Mondragón, el autor de Juan del Gualeyán el pasado 28 de mayo

(Villa Elisa al Dia)

2020-06-09-11:32
Falleció Juan Carlos Mondragón, el autor de Juan del Gualeyán que fue comisario en Larroque

Se desempeñó al frente de la delegación Larroque de la policía de Entre Ríos en la década del 70 y vivió en la casa junto a la comisaría durante cuatro años. Fue un gran cantautor que compuso decenas de canciones junto a grandes autores folclóricos.

Esta mañana (28/05) Radio Gualeguay dio a conocer la noticia del fallecimiento, un consagrado dentro de la música litoraleña, pero que también cumpliera servicio en la fuerza policial entrerriana. Así es que se lo recuerda en tiempos en que con mano firme era el responsable de la comisaría de Larroque.

La emisora de la vecina ciudad publicó alrededor de las 10 de la mañana que «hace pocos minutos falleció en Gualeguaychú el artista entrerriano Juan Carlos Mondragón. El fantástico compositor, su obra cumbre Juan del Gualeyán ha sido interpretada en miles de lugares en todo el mundo, estaba internado en la vecina localidad y su estado de salud se había agravado en las últimas horas.

Mondragón nació el 24 de septiembre de 1936 en Gualeguaychú y por cuestiones laborales vino a Gualeguay, donde decidió vivir una vez que se acogió a su jubilación.
Además de "Juan del Gualeyan", fue autor de canciones como "Mire amigo Santillan", "Entrerriano y de a caballo"
Fuente: Acción, Larroque

LA HISTORIA DE JUAN CARLOS MONDRAGON REFLEJADA EN UNA NOTA DEL DIARIO EL ARGENTINO DE GUALEGUAYCHU, EL 9 DE NOVIEMBRE DE 2008

El padre de la canción Juan del Gualeyán, Juan Carlos Mondragón, recibió de la Asociación Argentina de Intérpretes un cálido y justo homenaje el 29 de octubre en Paraná, en el marco del centenario del Teatro 3 de Febrero y el tributo a ese otro grande de la música entrerriana y nacional como don Linares Cardozo, el hombre del nombre azul.
EL ARGENTINO encontró a Mondragón en Gualeguaychú, visitando a sus hijos dado que reside en Gualeguay. Comisario y cantor, el autor junto con Angel Vicente Araoz de Juan del Gualeyán, cuenta parte de su vida y explica que ese himno que tiene Gualeguaychú fue un homenaje a su padre, Juan Jerónimo. Nacido en Gualeguaychú hace 72 años.
Mondragón recuerda su casa paterna ubicada en Belgrano al 390. Hijo de don Juan Jerónimo y doña Margarita, Juan Carlos es el mayor de cuatro hijos. A los seis años, cuando iba a la escuela primaria, ya encontraba en la música el refugio para que mi alma se exprese.
A los 18 años de edad ya integraba un grupo musical, junto con los hermanos Díaz, que eran oriundos de Gualeguay; Pérez Cattaruzza, que luego se dedicaría al rubro inmobiliario; a Carlos Reynoso, que hoy es odontólogo y un muchacho de apellido Muller que era camionero.

Mondragón recuerda esa experiencia como un momento fundacional, porque gracias a esos amigos conoció la sensibilidad de hombres como don Linares Cardozo y Atahualpa Yupanqui. Y esas cosas marcan de por vida. Atrás quedaron los concursos organizados por la firma Lucera, esos momentos que se vivían como grandes acontecimientos para quienes recién iniciábamos las primeras experiencias musicales, recuerda este hombre de rostro yupanquiano.

Los duendes invisibles de la música y la poesía siempre me han sugerido el camino y en muchas ocasiones hasta me han orientado en la vida, dice este poeta y cantor, que también fue comisario de pueblo. A principios de los años ´50 viajó a Buenos Aires y se fue a vivir a la pensión de unas tías, hermanas de su padre, que vivían en Callao al 300, entre Sarmiento y Corrientes.

Era la época en que cuando se viajaba en colectivo, se debía poner las valijas arriba del techo y se bajaban llenas de tierra. Allí conoció a los grandes de la música de ese entonces, recorriendo peñas y boliches, donde la música era una fiel compañera para las almas solitarias que necesitan evitar la pena del desarraigo. Salteños, tucumanos, santiagueños, cordobeses, correntinos, puntanos, y por supuesto, entrerrianos, se daban cita en las peñas folklóricas, cuando todavía ese género musical no había ganado el espacio sonoro que hoy se le reconoce.

Hizo el servicio militar en la Policía Federal, y fue compañero de promoción de Luis Landriscina, y desde aquel 1956 cuando ninguno de los dos soñaba con el reconocimiento de su público, amasaron la amistad.
“Luego vino la época del retorno a la provincia y estudié la carrera de oficial de Policía. Pero me traje de Buenos Aires la experiencia de saber que con esfuerzo todo es posible”, dice con su voz pausada el autor de “Entrerriano y de a caballo”, otro éxito que se tararea en cualquier rincón de la provincia. Mondragón trae innumerables anécdotas y entre ellas, el recuerdo de estar en la mítica Antigua Casa Núñez comprando cuerdas para su guitarra. En eso, me está al lado mío nada menos que don Atahualpa Yupanqui. Me acercó despacio, como quien pide permiso y me presento. Don Ata se interesa por Mondragón y cuando le cuenta que es de Gualeguaychú, emocionado el autor de Luna Tucumana, le relata que estuvo viviendo en un vagón del ferrocarril en Estación Parera. Era la época donde por sólo pensar distinto, se podía ir a la cárcel o tal vez a un lugar peor. Luego fue todo un torbellino de recuerdos. Me preguntó por el boliche de Sapolsky, por el peluquero Ochoa; y me contó sobre su paso por Urdinarrain, donde actúo en un boliche que se llamaba La Rosada o la Blanqueada, no recuerdo bien?, rememora entre sonrisas Mondragón. Atahualpa me contó que había conocido a Juan Araujo, y cuando fui nombrado comisario de Urdinarrain, lo busqué para contarle de ese encuentro. Y Araujo con una sonrisa en el alma recordó que le había regalado la guitarra a Yupanqui.
Orillando el Gualeyán Juan del Gualeyán, un himno para Gualeguaychú, fue pensado como un homenaje a Juan Jerónimo Mondragón.

“ Orillando el Gualeyán / ni bien caía la oración/ bien montau pasaba Juan / entrerriano y buen cantor. / Era un criollo del lugar / un paisano cumplidor / buen amigo y servicial / y animoso en su acordeón. Juan, Juan, Juan / de la costa del Gualeyán / Juan, Juan, Juan / y animoso en su acordeón. / Se recuerda siempre a Juan / su picaso escarciador / su alegría y su cantar / enredado en su acordeón. / Por la costa del Gualeyán / quedan mentas del cantor / que a las guainas del lugar / embrujó con su acordeón.”

¿Cuándo se dio cuenta que estaba ante una obra que lo iba a trascender? La respuesta se hace esperar, enredada en el silencio de la reflexión. “Creo que cuando Angel Vicente Araoz se interesa por la letra y el espíritu de esa canción. Pero la real dimensión la tomo cuando los Hermanos Cuestas la incluyen en una producción discográfica. Luego, esa sensación queda consolidada con la interpretación que hicieron grandes maestros como Ariel Ramírez, Los Quilla Huasi, entre otros que le han rendido honor.

Los sonidos de mi tierra, Arroyito sin nombre, Entrerriano y de a caballo, son también parte de su cancionero, que se han transformado en la canción que acompaña las horas del trabajador de campo y del obrero. Ernesto Montiel, Santos Tala, Isaco Abitbol, Linares Cardozo, son parte de la historia musical de la provincia y sus nombres se escriben junto al de Juan Carlos Mondragón, que también deja en la costa del Gualeyán sus mentas de buen cantor.

LA HISTORIA DE “JUAN DEL GUALEYÁN” Y LOS HERMANOS CUESTAS

Los Hermanos Cuestas tuvieron mucho que ver con esa chamarrita, que es tan popular con una trascendencia sin fronteras.
Es muy conocida porque Néstor Cuestas fue uno de los que descubrió esa canción cantada por un policía junto a un puente, en un puesto de la Policía Caminera de Entre Ríos.
Dice: que Néstor Cuestas, volvía de una actuación del Chaco, con rumbo a Buenos Aires (donde ellos vivían en esa época en 1980 aproximadamente), viajaban 3 personas en un auto junto al payador Gustavo Guichón y Julio “Chivo” López , (la primera guitarra entrerriana”, como le decía el maestro Linares Cardozo”). A la altura del puente de Gualeguay, había un puesto de Policía Caminera, se detienen y les solicitan que bajen, que había un asado y sería bueno que “tocaran algo”, Néstor Cuestas le responde que si de comer se trata, no hay problema, era la hora del mediodía, entonces deciden llamar al Jefe (a él le gusta la música, canta y toca la guitarra) efectivamente aparece en un patrullero muy rápidamente y se forma la cantata a la orilla de la ruta, a lo que le empiezan a pedir al Jefe Policial que cante, (los otros policías le decían: “cante su tema Jefe, que es lindo”.
Primero se negó pero después lo hizo, a lo que Néstor Cuestas observa auditivamente que ese tema era muy bueno, con toda las normas de la entrerrianía. Ese policía cantor era: Juan Carlos Mondragón.
En sus viajes a Concordia siempre visitaba el domicilio del Dr. Ernesto Gallegos y recuerdan que venía cuando aparecían las primeras brevas, en el árbol de higo, los cuales le agradaba comerlos arrancados directamente desde la planta en el patio.
Los recuerdos del servicio Militar que cumplió con otro soldado que recordaba mucho, que era Luis Landriscina.
La canción que escribieron con Julio “Chivo” López que dice en una estrofa: “Para ese amigo del alma, le dedico esta canción, señores estoy nombrando a Juan Carlos Mondragón".

El Heraldo, Concordia

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