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BUENOS AIRES
27-05-2021

La Ciudad Deportiva de Boca, el proyecto de Alberto J. Armando que termin贸 en ruinas

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(Villa Elisa al Dia) Alberto J. Armando dirigi贸 a Boca por dos d茅cadas. Muri贸 en 1988

2021-05-27-7:38
El presidente m谩s popular de la historia de los xeneizes ide贸 un proyecto majestuoso: ganarle tierras al R铆o de la Plata para construir el estadio m谩s grande y moderno de la Argentina, que se inaugurar铆a el 25 de mayo de 1975. Para esa fecha s贸lo hab铆a yuyales y las deudas ahogaban a Boca, que s贸lo pudo salvarse, parad贸jicamente, por la intervenci贸n de un hincha de Racing


Por
Eduardo Anguita
Daniel Cecchini

A principios de la d茅cada de los 鈥60, Alberto Jos茅 Armando cumpl铆a con su segundo mandato como presidente de Boca Juniors. Entrado en kilos, peinado a la gomina y con anteojos cuadrados ten铆a sue帽os desmesurados. Hab铆a pasado los 50 y su 茅xito como vendedor de Ford en la agencia de Nueva Pompeya lo hab铆a ubicado entre los hombres m谩s ricos de la Argentina.

Nadie pod铆a imaginar por entonces que su proyecto de la Ciudad Deportiva de Boca que hab铆a lanzado en 1961 con la promesa de inaugurar el estadio m谩s moderno de la Argentina naufragar铆a m谩s de dos d茅cadas despu茅s dejando al club con una intervenci贸n judicial a cargo de un ferviente hincha de Racing, Federico Polak, quien en pocos meses llamar铆a a elecciones y cantar铆a las hurras el 6 de enero de 1985 para entregar el mando a las autoridades electas y volver al Cilindro de Avellaneda.

Primero, La Candela

En 1961, bajo el impulso de Armando, Boca ide贸 la compra de un predio de siete hect谩reas para los entrenamientos de la primera y las inferiores. As铆 surgi贸 La Candela, ubicada en el camino de Cintura, pleno coraz贸n de La Matanza. Armando contaba con el aval de Adolfo Pedernera, el hist贸rico integrante de La M谩quina de River, por entonces entrenador de Boca.

Recuerda Antonio Ratt铆n, el lungo mediocampista y capit谩n de Boca, que cuando salieron campeones en 1962 Armando le regal贸 un Falcon a cada uno del plantel. El mismo Ratt铆n que m谩s de una vez contaba que llegaba los domingos a la cancha en colectivo. El Falcon por entonces era un auto de prestigio y, justo en 1962, empezaba a fabricarse en Argentina. Armando, adem谩s, no ten铆a problema, pese a sus kilos, en dar la vuelta ol铆mpica con los jugadores. Y dicen los antiguos bosteros que la hinchada lo aplaud铆a a rabiar.

Cuando ya el pasto de La Candela era pisado a diario por jugadores de todas las edades, el club ten铆a alrededor de 45.000 socios. Para Armando esa cifra se pod铆a multiplicar por cinco en una d茅cada. Y eso requer铆a de una jugada magistral.

El sue帽o m谩s grandioso

El club deb铆a tener un estadio que se acercara en capacidad al Maracan谩. Y piletas, canchas de tenis, de f煤tbol, restaurantes, autocine, parque de diversiones, todo para los socios. Su archirrival, River, superaba por entonces en instalaciones para los miles y miles de socios que pod铆an practicar en todas las disciplinas. Por ejemplo, contaba con un buen plantel de b谩squet capitaneado por el gran Tom谩s Sandor, con piletas que se prestaban para las competencias escolares, con canchas de tenis bien cuidadas. Boca ten铆a t铆tulos, un barrio que alentaba y una Bombonera que pod铆a ser el estadio m谩s pasional del f煤tbol pero con espacio e instalaciones que resultaban modestas para los sue帽os de Armando y el pueblo xeneize.

-Era su bebe, Armando era una persona de ideas grandes que sab铆a c贸mo ejecutarlas. Ese rol de Armando como vendedor de autos, de sue帽os, fue decisivo en imaginar c贸mo se pod铆a realizar algo tan ambicioso. Tambi茅n por la manera de financiarlo, vender una idea no s贸lo a los socios sino a un p煤blico m谩s amplio, porte帽o, argentino, y hasta internacional. Se vendieron t铆tulos del proyecto incluso en Nueva York. Es dif铆cil ver a la Ciudad Deportiva sin su influencia 鈥 dice, en un elocuente testimonio, el historiador de la Universidad de Michigan Alex Galarza, que eligi贸 este tema tan argentino para su tesis doctoral.

Un buen acercamiento al proyecto de Armando lo lograron Lucas Taskar, Maximiliano Acosta, Nicol谩s Franciulli y Micael Franciulli en 鈥淐iudad Deportiva 鈥 El documental鈥, con testimonios valiosos como el historiador Guillermo Schoua, el periodista Ezequiel Fern谩ndez Moores y Alex Galarza.


F煤tbol, pol铆tica y plata en el bolsillo

La idea era posible si el Congreso de la Naci贸n sancionaba una ley que le permitiera a Boca rellenar alrededor de cuarenta hect谩reas del R铆o de la Plata a la altura de San Telmo. Y Boca pudo: en enero de 1965, sali贸 la ley. El proyecto era llevar toneladas y toneladas de tierra y escombros que pudieran convertirse en siete islas artificiales conectadas por puentes.

鈥淐amionero boquense. Colabore usted tambi茅n. Lleve tierra usted tambi茅n a la Costanera Sud. F谩cil acceso y r谩pida descarga. Ciudad Deportiva Boca Juniors. Fe y trabajo鈥, rezaba un aviso ideado por Armando quien agitaba las aguas diciendo a quien quisiera o铆rlo que Buenos Aires no pod铆a darle la espalda al r铆o.

El desfile de camiones se convirti贸 en una atracci贸n en los paseos familiares. Y Boca entregaba rifas a los choferes que llevaban los deshechos.

Eso s铆, si pasada esa d茅cada en que Armando so帽aba con tener 200 mil socios la Ciudad Deportiva no funcionaba a full, autom谩ticamente la Ciudad recuperar铆a el predio. Pero Armando tambi茅n ten铆a una idea de c贸mo cumplir su sue帽o en una Argentina donde la clase media ten铆a capacidad de ahorro. Fue entonces cuando se emitieron los 鈥渢铆tulos pro-patrimoniales鈥.

El bono era caro, 27.700 pesos, para tener una idea era una quinta parte del valor de un auto mediano. No daba intereses pero era promesa de futuros descuentos y de participaci贸n en sorteos con premios imponentes: departamentos, casas y, por supuesto, autos provistos por la agencia m谩s fuerte de Ford en el pa铆s, la de Armando.

Boca ya era 鈥渓a mitad mas uno鈥 y Armando sab铆a que muchos de esa mitad iban a invertir en Boca. El c谩lculo era que con 120.000 t铆tulos se financiaban todas las obras. La colocaci贸n excedi贸 esa cifra holgadamente.

Adem谩s, de la publicidad, el mismo Armando iba, bonos en mano, en el entretiempo de los partidos, a venderlos personalmente.


El inicio de las obras

Las dragas empezaron a mover las tierras depositadas en el r铆o, las islas cobraron forma, se hicieron los puentes para unir las islas.

Las obras avanzaron al punto en que se inaugur贸 primero una gran confiter铆a, luego hab铆a un parque de diversiones que ten铆a las mismas atracciones que el Italpark, el autocine se colmaba, las piletas en el verano atra铆an socios. Lo m谩s importante era que las obras para el estadio gigantesco comenzaban.

En noviembre de 1970 se lanz贸 al p煤blico el 煤ltimo tramo de bonos, eran los destinados a la construcci贸n de ese lugar que deb铆a tener capacidad para 140.000 personas. El Maracan谩 hab铆a tenido, siete a帽os atr谩s, un r茅cord de p煤blico con 193.000 espectadores.

Los anuncios del club hab铆an puesto la fecha y la hora: el 25 de mayo de 1975, a las 11 de la ma帽ana, se inaugurar铆a el estadio.

Claro, la tenacidad y la clarividencia no siempre iban de la mano. Sin embargo, tal como preve铆a Armando, el plantel de afiliados, crec铆a.

los '70.
Muchos tropiezos

No obstante, todo lo que parec铆a una topadora entre 1965 鈥揹esde que sali贸 la ley para la construcci贸n- y 1969 empezaba a mostrar fisuras. Algunos ganadores de los m煤ltiples sorteos reclamaban que sus premios no aparec铆an. M谩s de uno se present贸 en Tribunales demandando a Armando y a toda la comisi贸n directiva del club. Las denuncias incluyeron el desv铆o de fondos y el periodismo empez贸 a preguntar a Armando 驴d贸nde va la plata de los bonos?

Por otra parte, los precios de la construcci贸n subieron m谩s que la inflaci贸n y comenzaron los tironeos con los contratistas.

El 4 de noviembre de 1970 se dieron inicio a las obras del futuro estadio con mucha algarab铆a por parte de Armando y los directivos del club. Pero en agosto de 1971, en una tumultuosa reuni贸n de la Asociaci贸n del F煤tbol Argentino (AFA) una fracci贸n boquense -opositora a Armando- sostuvo que no hab铆a capacidad econ贸mico-financiera para avanzar con las obras y que, adem谩s, el proyecto no era t茅cnicamente posible.

El terremoto no solo era de Boca. El dictador general Juan Carlos Ongan铆a hab铆a dejado paso a otro dictador general, llamado Marcelo Levingston, quien en pocos meses dejaba paso al otro dictador general, Alejandro Lanusse. Y la Argentina ya no era la de la pr贸spera clase media con aspiraciones democr谩ticas y peronismo excluido del presidente radical Arturo Illia que recib铆a a Armando en la Casa Rosada. El pa铆s viv铆a una fuerte crisis pol铆tica y tambi茅n econ贸mica.


Per贸n, que nunca estuvo ausente

Armando logr贸 el apoyo de Lanusse cuando este general se enfrentaba nada menos que con Juan Domingo Per贸n. El presidente de Boca, consultado en algunas entrevistas sobre su relaci贸n con el l铆der del Justicialismo dec铆a 鈥渟oy peronista pero no de Per贸n鈥 y la respuesta de Per贸n no se hizo esperar. Aunque muchos sosten铆an 鈥搚 sostienen- que era de Racing, contest贸:

-Soy de Boca pero no de Armando.

Per贸n estaba en su hora y Armando ve铆a que su reloj necesitaba m谩s cuerda de la que 茅l pod铆a darle. En el verano de 1972, el vicepresidente de Boca, Miguel Zappino, pidi贸 licencia. Plante贸 discrepancias con el manejo t茅cnico del club, incluso con la compra de jugadores, pero lo m谩s fuerte fue que acus贸 a Armando, lisa y llanamente, de robarle al club.

Armando dijo que estaba todo orquestado, que lo amenazaban de muerte. Pero la cuesti贸n de v铆ctimas y victimarios comenzaba a ser desplazada por una nueva realidad, las obras iban en c谩mara lenta y el peronismo sin Per贸n no ten铆a lugar en la Argentina.

Aunque el dinero para concretar el sue帽o de Armando estaba en las cuentas bancarias y los c谩lculos de a帽os atr谩s indicaban que hab铆a suficiente y un poco m谩s, cuando lleg贸 1973, la Ciudad Deportiva empezaba su ocaso.

En 1974, cuando la cuenta regresiva al 25 de mayo de 1975 entraba en la recta final, el diputado nacional Ludovico Slamovits 鈥損roveniente de las filas frondicistas y aliado al peronismo- present贸 un proyecto de ley para que el Estado salvara la Ciudad Deportiva. Un argumento cobraba peso: ya hab铆a sido elegida la Argentina como sede para el Mundial 78. En concreto, Slamovits, muy cercano a Armando, ped铆a fondos p煤blicos para terminar las obras. Unas obras que, en el mejor de los casos, requer铆an extensi贸n de plazos.

El debate parlamentario le daba un empate perdedor a Armando. A noventa d铆as de la muerte de Per贸n, el 30 de septiembre de 1974, sal铆a la ley, pero exceptuaba la construcci贸n del estadio.

El Rodrigazo y Cacciatore

Todo resultaba confuso hasta que se hizo la noche: el lunes 2 de junio de 1975, con Mar铆a Estela Mart铆nez de Per贸n en la Casa Rosada, asum铆a Celestino Rodrigo como ministro de Econom铆a. La inflaci贸n fue un viento huracanado que golpe贸 en todo el pa铆s. Hac铆a apenas unos d铆as que se venc铆a el plazo fijado diez a帽os atr谩s.

Ya no ser铆a el d铆a de la Patria el de la inauguraci贸n del estadio a las 11 de la ma帽ana. Ese d铆a hab铆a pasado.

El juez del fuero Civil Carlos Ponce tuvo en sus manos la denuncia por incumplimiento por parte del club y, a la par que las obras se paralizaron, Boca fue condenado a pagar m谩s de un mill贸n de pesos.

La ley de 1974 hab铆a alargado los plazos hasta 1979. Era un respirador artificial: los pastos crec铆an entre los cimientos. En lugar de butacas hab铆a yuyales en las islas del sue帽o de Armando.

Llegada la sangrienta dictadura de Jorge Videla, quien se hace cargo de la Ciudad de Buenos Aires es el brigadier Osvaldo Cacciatore, el que traz贸 una autopista que nunca se termin贸 aunque tir贸 abajo edificios y casas 鈥損revio pago a sus due帽os con dineros p煤blicos- para desparramar toneladas de hormig贸n muy cerca de la Ciudad Deportiva, un lugar que luego se convirti贸 en un enjambre de camalotes y donde crecieron especies animales y vegetales que llegaban del r铆o Paran谩. Un lugar que luego tom贸 el nombre de Reserva Ecol贸gica. Ese intendente de facto era el que pas贸 las topadoras en varias villas porte帽as y ech贸 a sus habitantes a los suburbios bonaerenses.

Hab铆a pasado el Mundial 78 y Boca no tuvo su estadio como para ser parte del circuito.

Pasados los plazos de mayo de 1979, Cacciatore, con ese estilo, se refiri贸 al tema de marras: 鈥淟a Ciudad Deportiva de Boca Juniors es, t谩citamente, propiedad de la Municipalidad鈥.

Las deudas del club presidido por Armando eran multimillonarias. Pero los contactos del presidente de Boca con la dictadura funcionaron: los plazos, ahora, vencer铆an en 1982. La gran pregunta era qui茅n estaba en condiciones de terminar las obras con un club endeudado, un dirigente desprestigiado y, lo m谩s duro: con un pa铆s que no contaba con la clase media que deb铆a ser la principal clientela de esa ciudad de ensue帽os, entretenimientos y un estadio m谩s que monumental.

Veinte a帽os despu茅s, el hincha de Racing

En 1980 terminaron las dos d茅cadas de Armando al frente de Boca. Lo sucedi贸 otro empresario, Mart铆n Benito Noel, y los ojos de los socios dejaron de mirar hacia esa porci贸n del R铆o de la Plata donde tantos bonos, tantas rifas y tantos sue帽os se hab铆an tejido en a帽os anteriores. Ahora, los ojos boquenses estaban encandilados por ese pibe que llegaba de Argentinos Juniors en febrero de 1981 y que daba nuevos 铆mpetus. Diego Armando Maradona fue clave en el triunfo del Torneo Metropolitano de ese a帽o.

En abril de 1982, mientras se desarrollaba el conflicto del Atl谩ntico Sur, un Boca endeudado logr贸 la posesi贸n de la Ciudad Deportiva. El pa铆s ten铆a una Junta Militar presidida por el alcoh贸lico y desp贸tico Leopoldo Galtieri al tiempo que quienes hab铆an comprado palcos y plateas del futuro estadio empezaron a reclamar la devoluci贸n del dinero.

Boca no ten铆a plata para pagar siquiera a los jugadores del plantel. A la huelga de futbolistas se sum贸 luego la de los empleados del club, que no cobraban su salario. En esa situaci贸n, hubo elecciones en diciembre de 1983 en el club y las gano Domingo Corigliano, quien renunci贸 a los pocos meses.

A mediados de 1984, el club de la Ribera ten铆a m谩s de 300 juicios y la Bombonera clausurada, con orden de remate para fin de ese a帽o. La Justicia puso un interventor normalizador que era hincha de Racing, el desarrollista Federico Polak. Sus habilidades sumadas a la intervenci贸n de una figura en ascenso en la dirigencia del f煤tbol -el controversial don Julio Grondona- evitaron el derrumbe. La Bombonera no se vendi贸. Polak llam贸 a elecciones a fines de ese a帽o y gan贸 la dupla Antonio Alegre 鈥 Oscar Magdalena, con el apoyo de todas las agrupaciones.

El d铆a de la asunci贸n, como si buscaran presagios, fue el 6 de enero 1985. Alegre deb铆a hacer honra a su apellido, a la par de llevar alegr铆a a 鈥渓a mitad m谩s uno鈥 estaba obligado a atajar como el Loco Gatti: acreedores por todos lados y recursos para hacer los arreglos para la reapertura de la Bombonera. Dos a帽os despu茅s, en diciembre de 1986, Alegre se present贸 acompa帽ado por Carlos Heller y ah铆 compitieron con Alberto J. Armando, quien hizo una muy buena elecci贸n: perdi贸 por menos de cien votos.


Uno de los autores de esta nota lo entrevist贸 por entonces, en plena campa帽a, y Armando atac贸 a sus rivales con un argumento pol铆tico en desuso:

-Los socios de Boca no van a votar a un comunista 鈥 dijo, refiri茅ndose a Heller.

Tras 20 a帽os terminaba el sue帽o de la Ciudad Deportiva. Alegre se quedar铆a por una d茅cada al frente del club.

Boca necesitaba una ley que le autorizara vender el predio. Fue a fines de 1989 que el Congreso abri贸 esa posibilidad a trav茅s de una nueva ley.

En 1992, la sociedad an贸nima Santa Mar铆a del Plata compr贸 el inmenso predio que ya no estaba poblado de sue帽os. El tesorero del club era Osvaldo Spataro. Por entonces, un peso val铆a un d贸lar. Fueron 23 millones los que pagaron los compradores. Esa sociedad, a su vez, poco despu茅s se la vendi贸 a Irsa que, desde entonces, tiene cerrado el acceso al p煤blico y, desde afuera solo se ven arbustos, mamposter铆as y techos en mal estado.

El 27 de diciembre de 1988, un paro card铆aco termin贸 con la vida de Alberto Jos茅 Armando. Doce a帽os despu茅s, el estadio de Boca Juniors tom贸 su nombre.
Infobae

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