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9 JÓVENES ELISENSES MURIERON EN UN ACCIDENTE EL 20 DE JULIO DE 1998
20-07-2013

Se cumplen 15 años de la tragedia que conmovió a Villa Elisa

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(Villa Elisa al Dia)

Nueve jóvenes murieron en la madrugada del 19 de julio de 1998, hace 15 años, cuando la camioneta que los transportaba de regreso de un baile de Colonia Hocker y a la que subieron haciendo dedo junto a otros ocho amigos, cayó en un zanjón con un espejo de agua en un camino vecinal de Villa Elisa. Siete de las víctimas murieron por asfixia por inmersión y los otros dos aplastados por el vehículo, según explicó el entonces comisario principal Juan Altuna, jefe de operaciones de la Policía Departamental. Los jóvenes que viajaban en la camioneta que salvaron milagrosamente sus vidas fueron revisados en el Hospital San Roque de la ciudad, por lo que fueron dados de alta y se convirtieron en los únicos testigos del accidente. El hecho sucedió en un camino de ripio en una camioneta Dodge, patente E 089-762, cuando por causas no establecidas, el rodado pasó a la mano contraria y cayó a una alcantarilla con un pequeño espejo de agua.

Las victimas fatales

Roxana Inés Rolón
Marisol Vargas
Patricia Korenchú
Damián Rodríguez
Raúl Rivero
Adolfo Francou
José Rolón
Eduardo Ruiz
José Rivero

En tanto, los protagonistas del accidente que resultaron ilesos fueron identificados como Flavio Miguel Magallanes, quien conducía la camioneta, Daniel Antonín, Darío Vergara, Gustavo Casse, José Luis Panelo, Jorge Izaguirre, Gustavo Bren y Mario Vargas, dijo el comisario Altuna. También informó que “Roxana Rolón y José Rolón eran hermanos, y que Raúl Rivero y José Rivero también eran hermanos”.

Altuna explicó que “la caída del vehículo al espejo de agua provocó un daño terrible a sus ocupantes. A pesar de que en el espejo el agua no alcanza los 40 centímetros de profundidad, siete de las víctimas fallecieron por asfixia por inmersión”. La policía y los bomberos llegaron al lugar del accidente a las 6:45 horas después de que un lugareño que vio a las víctimas denunciara el caso en la comisaría de Villa Elisa. De los nueve muertos, sólo Miguel Rodríguez y Patricia Korenchuc murieron aplastados por la camioneta, y los otros por asfixia por inmersión.

El entonces intendente de Villa Elisa, Carlos Alberto Putallaz, decretó duelo en la ciudad para que puedan participar del entierro de los nueve jóvenes elisenses fallecidos, que fueron velados durante la tarde de manera conjunta en el Polideportivo de la ciudad. Ademas decidió la suspensión de todas las actividades que tenía previstas. Del velatorio de los jóvenes muertos participaron cientos de vecinos que se acercaron al Poli, para acompañar a las familias de las víctimas. Padres, hermanos y familiares de los jóvenes muertos se abrazaban y lloraban frente a los féretros.

“Una vez terminado el baile los chicos hicieron dedo y el destino determinó que el conductor de la camioneta, que aceptó traerlos de regreso, terminara chocando la alcantarilla y cayendo al zanjón”, se lamentó un tío de uno de los jóvenes muertos. Fue la primera vez que una tragedia de estas características ocurre en Villa Elisa, por esos tiempos, mucho más pequeña que ahora. Tambièn, diversos medios de comunicaciòn nacionales, como Amèrica, Diario Clarin, Telefe y Canal 13 se acercaron a la Ciudad Jardín para transmitir a todo el país, el dolor del pueblo entero.

Publicación en Diario Clarín

TRAGEDIA EN ENTRE RIOS: VUELCO DE UNA CAMIONETA EN UN CAMINO VECINAL
Todo un pueblo de duelo por la muerte de nueve jóvenes en un accidente

Es Villa Elisa
Eran diecisiete jóvenes que habían ido a bailar
Volvían en una camioneta que cayó a una zanja con agua
Sólo ocho sobrevivieron a la tragedia

CARLOS GALVAN y VERONICA TOLLER. Villa Elisa. Enviados especiales
Casi no había coronas sino ramos armados de a media docena en las florerías del pueblo o hechos en casa. Esas miles de flores eran el dolor que provocó en esta localidad entrerriana la muerte de nueve jóvenes de entre 14 y 22 años que habían ido a bailar, volvían bromeando y cantando en una madrugada con niebla, y terminaron con la camioneta volcada encima de ellos. Hundidos en menos de un metro de agua de una zanja que ahogó a los que no murieron aplastados. Anoche el pueblo entero los velaba a todos juntos en el polideportivo.El accidente ocurrió ayer a las 6.30, en un camino de ripio que une Villa Elisa con Colonia Hocker, el pueblo de apenas 500 habitantes donde los chicos habían ido a bailar tras los pasos del Pato Benítez, un músico bailantero de la zona al que seguían incondicionalmente.En la vieja camioneta Dodge del tipo pick-up iban 17 jóvenes. Tres adelante -manejaba Flavio Magallanes, de 25 años- y 14 atrás, en la caja. Los 9 que murieron iban en ese lugar: los hermanos Roxana (18) y José Rolón (20); los hermanos Raúl (16) y José Rivero (19); Adolfo Francou (20); Eduardo Ruiz (17); Miguel Rodríguez (15) y las medio hermanas Patricia Korenchuk (22) y Marisol Vargas, de 14 años. El hermano gemelo de Marisol, Mario, viajaba junto con ella, pero se salvó, igual que los otros siete jóvenes.Sólo dos kilómetrosEl accidente ocurrió cuando apenas les faltaban dos kilómetros para llegar al pueblo. En menos de diez minutos todos hubiesen estado durmiendo tranquilamente en sus casas, contó a Clarín Armando Pietroboni, el periodista del canal 10 de la zona que llegó al lugar del accidente apenas media hora después de ocurrido.Las causas de la tragedia aún son un misterio: un certificado policial dice que el joven que manejaba había tomado alcohol -aunque no se sabe cuánto-; la niebla y la oscuridad que había a la hora del accidente; el estrechamiento del camino -una de las ruedas de la camioneta dio con el borde de una alcantarilla que reduce en medio metro el ancho de la huella-, o hasta el reventón de una goma. Todas estas circunstancias están siendo analizadas por el juez de Instrucción Ricardo Fuertes.Pasado el mediodía, el intendente Carlos Putallaz dispuso día de duelo para hoy y ofreció a los familiares de las víctimas un velatorio común. Para eso se dividió el tinglado de 80 metros de largo del polideportivo: la mitad elegida para recibir a la gente, quedó sobre una cancha de básquet delimitada por bolsas de arpillera verdes y grises que achicaban el enorme galpón.Bajo la pared de la tela verde se armó un altar. Tenía un crucifijo con una luz violeta y velas eléctricas. A los costados había nueve recipientes de plástico color terracota, de medio metro de diámetro, donde la gente ponía las flores para los chicos. Había desde dalias blancas hasta rosas de plástico, atadas con cintas de colores por los tallos y con papelitos de identificación mínima: Sor Antonia y Alba, o Abuela Angélica.Los nueve ataúdes estaban dispuestos a lo ancho del tinglado, separados un metro y medio uno de otro. Los nombres de cada uno de los jóvenes estaban escritos a mano, con tinta azul sobre cartulinas blancas.Cuando ocurrió la tragedia, Amada Rolón estaba haciéndole compañía a una mujer de unos 60 años llamada Clotilde. Se fue de su casa a las 8.30, y allí se enteró que acababan de morir sus dos únicos hijos. Por la tarde iba de un cajón al otro llorando sin parar. No cambiaba palabra ni con la gente que la abrazaba a cada rato. Sólo lloraba. Y respiraba hondo cada tanto para volver a llorar.Más allá, en la punta, seis adolescentes se abrazaban al pie del cajón de Pato Korenchuk. Anoche estuve en el mismo baile que ellos. Los vi bailar y reírse a todos juntos, en barra. Estaban contentos y no paraban de saltar, contó a Clarín Natalia, una chica de 16 años.Las cuatro estufas a gas que puso la Municipalidad en los extremos del salón no daban abasto para entibiar el ambiente helado. Desde que llevaron los cuerpos al polideportivo hasta el cierre de esta edición nunca hubo menos de 200 personas en el lugar. La gente entraba y salía contínuamente.Al lado del cajón de Adolfo Francou, Carmen -la dueña de un salón de pools y videojuegos-, recordaba que los hermanos Rivero y Rolón habían estado jugando en su local antes de salir para el baile. Francou tenía 12 hermanos. Era alegre, correcto y respetuoso. No puedo creer lo que pasó, dijo la mujer.Los familiares estaban del lado de las cabezas de los cuerpos, cerca de las dos únicas coronas: una de la Liga de Madres de Familia; la otra de la Escuela N 40. La gente del pueblo recorría el salón del lado de los pies de los ataúdes, de un extremo al otro de la cancha. Era muy raro no ver con los ojos enrojecidos a todos los que salían del lugar, fuesen o no parientes o amigos de los chicos muertos.Todos habían visto, en el medio del salón, a la mamá de los hermanos Rivero que lloraba a gritos, con dos hijas adolescentes que no sabían cómo hacer para que la mujer dejara de desesperarse por acariciar y susurrar en los oídos de los cuerpos de Raúl y José, sus hijos de 16 y 19 años que ahora estaban separados por el metro y medio que había entre sus ataúdes.

Publicación en Diario La Nación

Escenas de dolor caracterizaron ayer el velatorio y el entierro de los restos de los nueve jóvenes muertos anteayer en un accidente vial ocurrido en Villa Elisa, al este de la provincia de Entre Ríos. Todo fue aflicción en las calles silenciosas de dicha ciudad, en una mañana transcurrida bajo una persistente garúa que hacía más doloroso el llanto de las madres, de los hermanos, de los amigos. Cinco carros fúnebres con otros tantos féretros en su interior transitaron lentamente las doce cuadras entre el polideportivo municipal, donde los cuerpos eran velados desde anteanoche, hasta el cementerio. Los acompañó un pueblo entero, mudo y azorado a la vez. Los coches negros volvieron enseguida para cargar cuatro cajones más. El triste ritual del sepelio parecía interminable. Con setenta años de experiencia, el sacerdote Juan Esteban Rougier llevó el consuelo religioso a los familiares; pero no pudo ocultar su emoción: despedían a nueve chicos justo en el Día del Amigo. Los vecinos de Villa Elisa, una población agrícola dedicada principalmente a la actividad arrocera, todavía no sale del estupor por la insólita fatalidad del accidente en el que fallecieron Roxana y Rodolfo Rolón, José y Cirilo Rivero, Marisol Vargas, Patricia Korenchuk, Miguel Rodríguez, Adolfo Francou y Eduardo Ruiz, de entre 14 y 22 años. Las tres chicas y los seis muchachos inhumados en la mañana de ayer quedaron atrapados bajo la caja de la camioneta en que viajaban junto con otros ocho compañeros, cuando el vehículo volcó en una alcantarilla y quedó sumergido en un pequeño pantano, a sólo tres kilómetros de la ciudad donde residían. Regresaban de Colonia Hocker, un caserío de 86 habitantes cercano a Villa Elisa, donde habían participado en una "bailanta". Como es habitual en la zona rural, los jóvenes vuelven de los bailes en los vehículos que les dan cabida. En este caso, subieron en la caja trasera de la pick-up Dodge conducida por Flavio Magallanes, que generosamente ofreció transportarlos. Jorge Izaguirre, uno de los sobrevivientes, habría comentado que al abordar la camioneta le pidió al chofer que parara en su domicilio, antes del ingreso a la localidad.

ACCIONES LEGALES

El dato sería relevante porque algunos presumen que el chofer pudo intentar bajar a la banquina en medio de la neblina, frente a la casa de Izaguirre, cuando se encontró imprevistamente con la alcantarilla y maniobró sin fortuna para terminar con el vehículo volcado en medio de la pequeña laguna. Otros piensan que, simplemente, la pick-up mordió la banquina y Magallanes perdió el control del vehículo. Sin embargo, entre los consultados no hubo reproches al conductor: ya había recorrido sin inconvenientes 10 kilómetros del sinuoso camino. Fuentes fidedignas, en tanto, aseguraron que dos abogados se interesaron por tomar contacto con los parientes de las víctimas y algunos vecinos apuntaron que se realizarían presentaciones judiciales por la ausencia de señales en la carretera. La calzada mide seis metros en ese lugar y se estrecha a cinco en la alcantarilla. Por ese motivo, precisamente, un grupo de vecinos había reclamado hace un mes en la intendencia que se gestionara la señalización. La respuesta no llegó a tiempo. El juez de instrucción de Colón Ricardo Fuertes, a cargo de la causa, explicó ayer que no pedirá la autopsia de los nueve infortunados si no existe un requerimiento expreso de sus familiares y nadie pidió el trámite. Esta tragedia actualiza el caso del popular cantor de tangos Francisco Fiorentino, fallecido en Mendoza el 11 de septiembre de 1955. El artista había actuado la noche anterior -un sábado- en la localidad de Tres Arboles, a 60 kilómetros de la capital provincial, a la que retornaba en un sMercury conducido por el empresario que lo había contratado. A las 2 del domingo, el automóvil cayó en una acequia con 60 centímetros de agua. Fiorentino, que viajaba en el asiento trasero, salió despedido y quedó desvanecido. Murió a las 3.40, asfixiado, en un hospital.

SE SALVÓ POR UN MILAGRO

En medio del drama que vivió Villa Elisa hubo un hecho que no tomó estado público hasta ayer: el extravío de un hermano mellizo de Marisol Vargas, una de las víctimas fatales, que también viajaba en la pick-up. Los familiares lo buscaron luego del accidente, y personal especializado continuó explorando el pantano, presumiendo que la supuesta víctima podía estar enterrada. Pero a las 11 fue encontrado sano y salvo a la vera del camino. Había resultado despedido de la camioneta. Estuvo perdido durante cuatro horas, caminando sin rumbo en los campos aledaños, sin conciencia del accidente que había protagonizado. Los otros sobrevivientes fueron Flavio Miguel Magallanes, de 25 años, que manejaba la camioneta; Daniel Antonín, de 28; Darío Vergara, de 17; Gustavo Casse, de 18; José Luis Panelo, de 21; Gustavo Brem, de 33; Jorge Izaguirre, de 32, y Mario Vargas, de 14.

Daniel Tirso Fiorotto

Publicación en Diario Hoy

TRAGICO ACCIDENTE EN ENTRE RIOS
Mueren nueve jóvenes al caeruna camioneta en una zanja

Volvían de un baile a bordo de una camioneta en la que viajaban 17 jóvenes. Se fueron a la banquina, adentro de un zanjón. Siete murieron ahogados y dos aplastados bajo el vehículo.

Nueve jóvenes murieron ayer cuando la camioneta que los transportaba de regreso de un baile y a la que subieron haciendo dedo junto a otros ocho amigos, cayó en un zanjón con un espejo de agua en un camino vecinal de Villa Elisa, 30 kilómetros al norte de Paraná, en la provincia de Entre Ríos. Siete de las víctimas murieron por asfixia por inmersión y los otros dos aplastados por el vehículo, según explicó el comisario principal Juan Altuna, jefe de operaciones de la Policía Departamental de Colón, quien intervino en el caso. Todas las víctimas eran de Villa Elisa, pueblo de unos 10 mil habitantes ubicado 240 kilómetros al este de Paraná, y el comisario Altuna señaló que los restos de los fallecidos eran velados conjuntamente en el Polideportivo de Villa Elisa. A raíz del hecho, otros ocho jóvenes que viajaban en la camioneta salvaron milagrosamente sus vidas y fueron revisados en el Hospital de Villa Elisa, por lo que fueron dados de alta y se convirtieron en los únicos testigos del accidente. El hecho ocurrió ayer a las 6,35 cuando 17 jóvenes, de entre 18 y 23 años, volvían de un baile en el paraje Hoker y se dirigían a su pueblo Villa Elisa por un camino vecinal, a bordo de una camioneta a la que habían subido después de “hacer dedo”. Los jóvenes viajaban por un camino de ripio en una camioneta Dodge, patente E 089-762, cuando por causas que investiga la policía, el rodado pasó a la mano contraria y cayó a una alcantarilla con un pequeño espejo de agua, informó el comisario principal Juan Altuna. El jefe policial señaló que las víctimas fueron identificadas como Roxana Inés Rolón, Marisol Vargas, Patricia Korenchú, Damián Rodríguez, Raúl Rivero, Adolfo Francou, José Rolón, Eduardo Ruiz y José Rivero. En tanto, los protagonistas del accidente que resultaron ilesos fueron identificados como Flavio Miguel Magallanes, quien conducía la camioneta, Daniel Antonín, Darío Vergara, Gustavo Casse, José Luis Panelo, Jorge Izaguirre, Gustavo Bren y Mario Vargas, dijo el comisario Altuna. También informó que “Roxana Rolón y José Rolón eran hermanos, y que Raúl Rivero y José Rivero también eran hermanos”. Altuna explicó que “la caída del vehículo al espejo de agua provocó un daño terrible a sus ocupantes. A pesar de que en el espejo el agua no alcanza los 40 centímetros de profundidad, siete de las víctimas fallecieron por asfixia por inmersión”. La policía y los bomberos llegaron al lugar del accidente a las 6,45 después de que un lugareño que vio a las víctimas denunciara el caso en la comisaría de Villa Elisa. A raíz de la denuncia llegaron al lugar policías de la comisaría de Villa Elisa, de la Departamental Colón, bomberos de Villa Elisa, y el juez de instrucción Ricardo. Fuertes junto a su secretario Ricardo Bonvín. De los nueve muertos, sólo Miguel Rodríguez y Patricia Korenchuc murieron aplastados por la camioneta, y los otros por asfixia por inmersión.

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