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REPRESENTANDO A VILLA ELISA OBTUVO UNA TABLET COMO PREMIO
01-01-2014

Mariano Garnier gan贸 un concurso literario sobre cuentos de barrio

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(Villa Elisa al Dia)

El escritor Mariano Garnier se gan贸 una tablet al obtener el primer puesto en un concurso literario organizado por la agrupaci贸n "C贸mplices de algo" de la Escuela Normal Superior Rep煤blica Oriental del Uruguay de Col贸n. Con la premisa de contar historias de barrio, el elisense present贸 una obra titulada "Sucio", en la cual una abuela cruel arroja uvas como misiles en la espalda de su nieto de apenas 10 a帽os.

Sucio

La cubierta de tractor pintada que sirve de baranda a la cuneta, me manch贸 el pantal贸n. Atino a levantarme pero m谩s vale quedarme ah铆, sentado y 鈥渟ucio鈥.

Me lleno de rabia porque los renacuajos de V铆ctor ya son cientos navegando por la inmensidad de su pileta de lona. Me indigna y ya ni me interesa ir al zanj贸n luego de la lluvia porque鈥 porque no tengo pileta para albergar semejante comunidad de sapos beb茅s, as铆 que鈥 as铆 que voy igual pero disimulo, queda feo andar con esa cara de 鈥渕alense帽ado鈥, a eso en mi casa me lo repiten casi a diario, m谩s mi abuela que me dice al levantarse de la siesta, con cara de enojo porque la enfurece que yo abra la canilla y enchufe su manguera y moje su vereda, murmura que si yo fuera su hijo鈥 ah铆 cambia de la expresi贸n de ogra a la de p铆cara y remata la frase diciendo 鈥淪i fueras m铆o鈥 隆te declarar铆a la guerra dulce!鈥. Al instante deja h谩bilmente el termo y el mate en el borde de la ventana y toma un racimo de uvas del lat贸n y comienza a tirotearme. 隆Revientan contra mi espalda desnuda y bronceada por el sol del verano como verdaderas bombas dulces! Yo me divierto, y aunque muero de ganas de contraatacar, no me lo permiten, porque mi mam谩 dice que jugando puedo lastimarle una v谩rice a la abuela. Ah铆 s铆 que ser铆a una guerra sangrienta.

Me lavo un poco con la manguera ah铆, abajo del parral que mi pap谩 quiere cortar cada a帽o y que por nostalgia deja verano a verano, porque estoy todo pegoteado. Mi abuela r铆e triunfal, siempre sentada en ese sill贸n que mira al jard铆n. Me calzo las ojotas y salgo, pero me detengo dubitativo ya casi en la calle, me siento en la cubierta de tractor pintada de blanco que me ensucia la bermuda de ba帽o, y observo el panorama: V铆ctor sigue en el zanj贸n de la esquina pero cada vez m谩s ni帽os hay a su alrededor. Es casi famoso. De pronto sale del agua barrosa y me ve, me llama, amigable, pero le grito que ahora no puedo, que ya voy a empezar a estudiar para el recuperatorioe de marzo. La mayor铆a de los chicos se r铆e y me siento un ganso, encima de mentiroso, nabo, porque me ridiculizo yo mismo frente a todos. Me lleno de ira y entro a mi casa, pero en el camino un 鈥渦vazo鈥 me golpea fuerte otra vez y me pegotea el pelo, me detengo en seco y la miro a la vieja con mucha ira, pero a ella le causa m谩s gracia todav铆a. Quiero gritarle no estoy de humor, pero mi mam谩 est谩 en la casa y recibir un reto para ponerme m谩s rabioso no es conveniente. Prendo el ventilador y me encierro a idear mi plan.

Es de noche, la murga suena y alegra a la distancia como cada jueves en la plaza. Mis pap谩s sentados frente a la casa toman refresco y comen una picadita econ贸mica. Me invitaron pero dije que no, estaba lleno. Salgo por la puerta de atr谩s, paso por el patio del vecino y ah铆 me encamino en un sendero de tierra firme. Me siento excitado. Mis t铆os est谩n de vacaciones y seguro mis pap谩s vendr谩n en unos minutos a darles de comer a los perros, por eso me apuro y entro al galp贸n, miro por unos segundos el rastrojero pero no, no me animo, dejo de mirarlo y sigo mi plan tal como estaba previsto: saco la carretilla.

Dos horas tard茅, el pueblo parece dormir completamente ahora. Me preocupa que mis pap谩s hayan notado mi ausencia si es que ingresaron a mi cuarto, de lo contrario el ruido del ventilador los tiene que haber despistado. Diez viajes de corta distancia en carretilla, cuatro de tierra, dos de ladrillo molido, dos de maderitas de pino y el resto mugre, excedentes de mi t铆o alba帽il, y la obra qued贸, el plan fue ejecutado. Tap茅 el zanj贸n, en realidad es una alcantarilla poco profunda, y me pareci贸 que realizar la parte m谩s siniestra de la obra era ya casi delictivo, entonces desist铆 de pinchar la pileta de lona de V铆ctor. Ya sin alcantarilla no habr铆a m谩s renacuajos nuevos, y sin renacuajos se extingu铆a la popularidad 鈥渄el V铆ctor鈥. Suficiente.

Casi no dorm铆 esa noche, pero sorprendentemente volv铆 a abrir mis ojos cerca del caluroso mediod铆a del mi茅rcoles. Sal铆 sin cepillarme los dientes, pagaba si era necesario para ver la cara de preocupaci贸n de mi rival ahora solitario. Sal铆, y la expresi贸n se me cay贸 de la cara junto con mi mand铆bula. En la alcantarilla tapada trabajaban los de la municipalidad, destruyendo mi laborioso cometido con grandes palas, y en el otro extremo de la cuadra, una multitud aclamaba las piruetas de un nuevo h茅roe.

No era yo, tampoco V铆ctor. Decid铆 volver, quer铆a desayunar, y antes de entrar, mi abuela me arroj贸 una uva, pero decid铆 sonre铆rle a la vieja loca.
鈥溌縎ent铆s culpa, Gerem铆as?鈥, me pregunt贸 alguien a quien le devel茅 el secreto no me acuerdo cu谩ndo, a lo que respond铆 鈥淣o, porque esa chiquilinada de ni帽o de diez a帽os es ahora una met谩fora en mi vida que logra direccionar mis pensamientos, porque logr茅 comprender que de nada sirve tapar con basura lo que no queremos ver, mejor es mantener viva la esperanza de que ma帽ana, todo puede ser diferente鈥.

Escuchar entrevista: http://villaelisaaldia.com.ar/ampliada.php?cual=audios&id=524

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