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COLABORACIÓN GRUPO ESCUELA NORMAL
23-05-2007
30 DE MAYO: DIA NACIONAL DE LA DONACION DE ORGANOS
La donación de órganos constituye un gesto de enorme solidaridad, que permite prolongar la vida de quien lo recibe. Se trata, asimismo, de una práctica científica que en las últimas cuatro décadas evolucionó de manera formidable. En este tema, que por su naturaleza llama al recogimiento y la reflexión, hay un dato que merece destacarse: según estadísticas oficiales de la Nación, Salta y Santiago del Estero, en función de sus respectivas poblaciones, son las provincias más solidarias en todo el país en materia de donación de órganos.
En otro orden, es necesario tener presente que
nada resulta sencillo tanto para las familias de los pacientes en lista de
espera como las de aquellas personas a quienes una tragedia convierte en
potenciales donantes.
La ablación es una decisión que se toma en medio
del dolor. Sin embargo, quien debe aprobar la donación de un órgano de un
ser querido enfrenta hoy múltiples temores, alimentados por mitos y tabúes
acerca de la transparencia del operativo. Contra eso, la única solución
está en manos del INCUCAI -organismo nacional que acaba de destacar el
impecable operativo logístico montado en Salta para la última ablación-, de
las instituciones a cargo de esas tareas y de los médicos más cercanos a la
familia del donante.
Esos temores no resueltos tienen como consecuencia
que mucha gente se resista a la donación, y que los pacientes, cuyas vidas
dependen de que aparezca o no un órgano para el trasplante, deban esperar
muchos meses, a veces, al precio de la propia vida.
La donación -salvo en algunos casos puntuales,
cuando la decisión está en manos del propio donante- sólo se realiza una
vez registrada la muerte, que será debidamente certificada por
profesionales. La eficacia de la operación depende de la celeridad con que
se actúe y de la capacidad de conservación de los órganos. Aún así, puede
fracasar por problemas de incompatibilidad.
Quienes han pasado por las penosas circunstancias
de esta naturaleza observan que, muchas veces, la donación se frustra por
falta de continencia para los familiares del donante. También perciben que,
en muchas oportunidades, la voluntad explícita de quien se ha inscripto
como donante finalmente no se cumple, por decisión de algún allegado que se
opone a la ablación.
Probablemente, una estrategia más afinada y
sistemática en materia de educación y concientización, en todos los niveles
de la comunidad, permita mejorar a mediano plazo la eficiencia del sistema
en su conjunto, y ahorre a los receptores las largas esperas, cargadas de
angustia e incertidumbre, características de la actualidad. Ayudar,
mediante la donación de órganos, a prolongar o a mejorar la existencia de
quienes atraviesan momentos límites, constituye sin duda el mejor homenaje,
y el más entrañable, al milagro siempre renovado de la vida.
Villa Elisa al Día