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PRIMEROS AÑOS, QUINTA PARTE
12-08-2007
75 AÑOS DEL COLEGIO ESTRADA
El Centro religioso-educativo se había construido y prestaba ya sus servicios en plenitud, la matrícula crecía de un año para otro, las numerosas comisiones parroquiales trabajaban codo a codo, pero su propulsor no estaba bien de salud, sufría de hipertensión y de problemas cardíacos, el profesional que lo asistía era el doctor Agustín Graviotto. Quizás, se fue desgastando a raíz de los enfrentamientos por una cuestión puntual, con las autoridades locales, más precisamente con el doctor Agustín Gutierrez y un grupo de seguidores. El sacerdote debió ausentarse de Villa Elisa por la enconada contienda conduciéndose con su Baturé, estuvo obligado a residir en las Capillas de su jurisdicción, o en domicilios de vecinos conocidos que le daban albergue, por ejemplo Ramona Cánepa de Peragallo. Del mismo modo, meses estuvo viviendo en el hogar de los padres del entonces joven José María Odiard, hermano de las religiosas María Adelaida y María de la Paz que estaba camino a Primero de Mayo a unos 7 Km. de la localidad, quien según sus propias palabras ayudó al Padre Jorge como monaguillo más de cien veces. Cuenta este hombre que el Sacerdote oficiaba misa en su casa y la colonada de la zona concurría masivamente. En los momentos de ocio, “ Se la pasaba a la sombra de unos paraísos grandes. Leía sus libros -de religión- ‘El Quijote de la Mancha’,... leía para entretenerse”. Continuando con el relato, “...una tarde estando sentado acá, -se refiere José María al lugar donde esta él con quién escribe- dijo: El Padre Jorge anda mejor, le dijo a la familia, hicimos el Colegio pero tenemos que hacer la iglesia también.”
Cuando pocos podían preverlo, en plena misa de la tarde del día 8 de noviembre de 1936 se descompuso por un ataque de hemiplejía. Una hermana y una joven, Zoila Tabares, lo auxiliaron, lo llevaron con los ornamentos puestos y en la cama se los sacaron, pero no reaccionó más, produciéndose su deceso en la fatídica jornada primaveral del día trece. Tristeza profunda, llantos sin consuelo, una pena indescriptible invadió a la Villa aldea de entonces, pero fue en las colonias donde más repercutió, una pérdida muy difícil de sustituir, por orden del Señor dejaba este mundo terrenal. Con honda congoja se llevaron a cabo las exequias, lo velaron en la Iglesia vieja - hoy salón de actos del Colegio- , una multitud vino a despedirlo, la plaza llena de gente, nunca nuestro pueblo había vivido algo tan sentido como fue la muerte de este dignísimo servidor de Dios. Por decisión de sus familiares, sus restos fueron llevados a Aldea San Rafael Entre Ríos, donde existe un panteón de los Schroeder, en la camioneta de Filiberto Joannás, una Baturé con caja que manejaba Alejandro Schroeder primo del cura. Durante el acompañamiento del cortejo fúnebre se formó una interminable fila de vehículos, inclusive, hubo accidentes en el trayecto a su morada. Según lo testimonia el ayudante del párroco - José María Odiard -. “ El Dr. Gutierrez llevaba el cajón cuando él murió, yo lo ví.”. Consideramos, que tal vez de alguna manera intentaba resarcir las diferencias el presidente de la Junta de Fomento local luego legislador, interiormente dolido acompañó al hombre a quién había combatido.
Villa Elisa al Día