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LUEGO DE LUCHAR CON UNA CRUEL ENFERMEDAD
12-01-2011

MURIÓ EL ZURDO MARTÍNEZ, UNA FIGURA ESENCIAL PARA LA CULTURA POPULAR

(Villa Elisa al Dia)

Irremediablemente muy triste todo. La música regional, argentina y latinoamericana -porque supo concebir la identidad como un valor abarcativo de la patria grande, integrador e irrenunciable, afín con su pensamiento político, que tuvo y sostuvo inclaudicablemente- acaba de perder a un verdadero baluarte en la defensa de la canción hecha y cantada con fundamento, sentido y compromiso. Miguel Martínez el Zurdo para todos los quehaceres, incluso los deportes, menos para pulsar las seis entrañables cómplices que siempre lo acompañaron desde su niñez, silenció su voz y su guitarra porque seguramente presintió que lo reclamaban desde otros escenarios muy lejanos, donde lo estaban aguardando su amigo Walter Heinze y su socio de aventuras por el universo del canto que hermana, el charrúa Aníbal Sampayo.
Un problema que se fue agudizando en los últimos días, tras una intervención quirúrgica, hizo crisis y a los 70 años la muerte lo pialó en pleno proceso creativo, porque su madurez musical parecía no tener techo. Horas antes, en un hecho conmovedor, ex alumnos, colegas, compañeros de la vida hermanados en el canto, le ofrendaron su música junto a su lecho, como presagio de un inevitable final.

Puede afirmarse que se crió con el río como corazón sustituto, alentado por su padre Polo (Juan Hipólito) -de quien tomaría numerosos poemas para transformarlos en exitosas canciones-, cuando tras llegar del trabajo le hacía cargar el mate para enfilar hacia Puerto Sánchez, esa suerte de Meca emblemática de las sensaciones que como rara simbiosis entre costa y agua, espineles y mallas, caencias y dignidad, ostenta la capital entrerriana.

No sólo de su padre aprendió. Su amistad con dos grandes, Linares Cardozo y Marcelino Román, lo fue modelando en el conocimiento de los insondables misterios del coloso color de león. Miguel muy lejos estuvo de ser un improvisado: tuvo una sólida formación académica con Roberto Longo, Juan José Echayre, Jorge Martínez Zárate, Enrique Núñez y el propio Heinze (otro enorme talento).

Integró grupos vocales (Los Jangaderos fue ciertamente una avanzada por su estilo y construcción armónica en la década del ‘60 y precisamente uno de sus socios en aquella aventura, Polo Valentinuz, partió de este mundo hace unas semanas apenas). Además incursionó en cuerpos corales, amigo siempre de amalgamar voces y combinar bien los sonidos, como un homenaje y respeto por la propia definición de la música.

Su pasión por universalizar su mensaje lo llevó a cantar en Uruguay, Brasil, Chile y Cuba, pero primero esencialmente se preocupó por recorrer su país, recordándose giras por el sur profundo para presentar en sociedad su geografía regional, su paisaje terruñero y sus figuras representativas. Cada una de sus entregas se precedía con una breve reseña que le otorgaba un claro sentido didáctico a su tarea, mejor dicho, a su auténtica cruzada divulgadora.

Amigo de plasmar esas sociedades entre plumas y corcheas, además de musicalizar letras de Polo, lo hizo con poemas de Marcelino Román, Héctor Deut, José María Díaz, Jorge E. Martí, Julio Meirama y Leonardo Castillo, entre otros.

No se encerró sólo en su producción, que fue vastísima por cierto y que lo llevó a editar y presentar en 2007 el libro Canciones para Guitarra, donde incluyó las partituras acompañadas con un CD (para muchos, se trató del emprendimiento más importante encarado en el último medio siglo en esta región, donde reunió música popular de raíz folklórica adosándole la técnica académica que sobradamente poseía). La Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) a través de su departamento de Extensión Cultural, editó un cuaderno con sus obras para guitarra, bajo el título La guitarra Paranasera de Miguel Martínez. Distribuido en conservatorios oficiales de música.

Decíamos de su amplitud y apertura generosa y de allí que en su repertorio incluyó canciones de Chacho Müller, el mismo Sampayo, Atahualpa Yupanqui, Ramón Ayala, Carlos Santamaría, Claudio Monterrío, Linares Cardozo, Walter Heinze (con éste lanzaron un excelente trabajo discográfico que unió ambas orillas entrerrianas). Y con su primo Oscar Ramón Martínez, le rindieron tributo a esta Ciudad Paisaje, componiendo Paraná, mi pueblo.

Recibió la condecoración “Maestros del Alma” (Teatro San Martín, Buenos Aires, 1995, declarado de interés cultural por el Senado de la Nación); Diploma de Honor de la Asociación de Ciencias Naturales del Litoral en el primer aniversario de la promulgación de la Ley Antirrepresas, por su trayectoria en defensa del patrimonio natural y cultural; en La paz, enero de 2003, Distinción Linares Cardozo, y en Unquillo (Córdoba), distinción por su trayectoria y conducta.

En marzo de 1979, Luis Chiapino reunió en una cena en complicidad con Aldo Colcerniani, a cuatro relevantes figuras de la cultura popular: Marcelino Román, Miguel Codaglio Santos Tala y Miguel Martínez. Se trataba de intercambiar ideas sobre el movimiento folkórico entrerriano y su proyección nacional. Quien escribe esta nota, fue encargado, junto a Jorge Medina, de moderar el encuentro y luego publicarlo en la Revista de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés de Paraná.

De las reflexiones del Zurdo, extraemos este párrafo contundente en su significado y comprometido en el reclamo: “Yo pienso que hay un intento solapado de romper con el sentido nacional, con todo lo que signifique para el hombre pensar con un sentido nacional. Porque esto es negativo para ciertos intereses que manejan la difusión de la música popular. De ahí que se machaca y machaca con cosas que no hacen más que desviar el buen gusto (…) yo insisto en que tiene que haber una política oficial y debe partirse desde la escuela primaria o secundaria”. Esto era pronunciado hace casi 32 años y la lucha continúa.

Sería interminable mencionar todas las canciones surgidas de la fresca creatividad de Miguel Martínez. Hemos elegido particularmente como síntesis, Madrugada del Pescador (uno de los temas realizados con su padre y quizás el más difundido, ejecutado por gran cantidad de intérpretes) que constituye un acto de justicia reivindicativa y consustanciación emocional con el trabajador del río: “Pescador del Paraná, te acompañaré hasta el alba, para que la soledad no logre apagar tu llama. Hermano del corto sueño y de la esperanza larga, pescador del Paraná, te acompañaré hasta el alba”. Será cuando una nueva estrella aparezca en el firmamento isleño, donde los sauzales enlazan agua y cielo y la tierra abraza el horizonte.
Fuente: Análisis Digital

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