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INFORMACIÓN GENERAL
28-03-2007

INFORME ESPECIAL FUMIGACIONES

(Villa Elisa al Dia)

Testimonios de víctimas del bombardeo tóxico sobre tierras entrerrianas: los vecinos del departamento Uruguay que conviven con las consecuencias del abuso de los agrotóxicos en las plantaciones de soja. Las experiencias que motivaron la denuncia presentada ante la justicia de Concepción del Uruguay. Silvia Frigo es conocida en Rosario del Tala, donde en 2003 se adjudicó el cargo directivo en la Escuela 15 Juan José Paso de La Ollita, a unos 15 kilómetros de la cabecera del departamento y a escasos cinco de Las Guachas. A partir de entonces, sus días estuvieron ligados a la idiosincrasia del lugar. Rodeada de gente sencilla, amable, en su mayoría peones de campos que vivían con sus familias en el lugar. Su objetivo era educar a esos gurises, alejados de los consumos de las grandes ciudades. Y con ese fin realizó su labor cotidianamente durante dos años, hasta que en febrero de 2005 comenzaron sus problemas de salud, luego de que un avión fumigador sobrevolara los alrededores de la escuela y no hubo vuelta atrás.
"Empecé a sentir náuseas y me aparecieron erupciones en la piel, entonces hice la primera consulta con un médico de Gualeguay, pero los síntomas no desaparecían. Me decidí a ir a Puiggari, donde me detectaron dermatitis. Pero los análisis eran muy costosos y sentía que no podía esperar, así que viajé directamente a Buenos Aires. Allí, en el Instituto de Oncología Rofo, descartaron que tuviera cáncer de piel o VIH y me derivaron al hospital Posadas", relata enérgicamente esta maestra. Fue en ese lugar, tras 12 días de análisis, donde le revelaron que padecía alergia a los agroquímicos. Puntualmente hallaron en su piel, sangre y orina derivados de los piretroies, el insecticida que genera su malestar.
Desde entonces, Silvia Frigo debió cambiar su vida. Pedir un traslado hacia una zona no desfavorable, que aún espera, y tomar precauciones extremas en su vida cotidiana.

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AMENAZA DESDE EL CIELO
El médico de Basavilbaso Roberto Lescano considera que esto se produce sólo en determinadas zonas. "No todos los que siembran soja son los que fumigan mal. Los agroquímicos son todos tóxicos, no se discute, pero traen problemas en tanto y en cuanto son mal aplicados, no respetando las leyes, usando productos truchos, mezclas, mayores concentraciones de lo permitido, comprando en el mercado negro, sin receta agronómica, sin director técnico". Uno de los malos usos más evidentes provienen desde el cielo: "Algunos aviones fumigadores son de terror; pasan por arriba de las esuelas rurales sin cerrar el chorro", relata.
Lescano dice que hay miedo en el ambiente, pero que de a poco la gente se va animando a contar lo que sucede. "Ya se están largando a hablar, el tema se está haciendo conciente. Ahora vienen y hablan plenamente, antes me lo negaban". Por eso ahora resulta más sencillo cuantificar el problema: "En esta campaña nomás, son más de 25 casos los que atendí yo, de gente que trabaja en la zona rural. Hasta vinieron productores propios con todos los síntomas".

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LA MUJER DE LA MÁSCARA
"Líbaros está bien en el centro de Entre Ríos, al lado de Basavilbaso, San Marcial, Santa Anita. Acá hay únicamente soja", dice Marta Cian de Coquoz, propietaria de una granja avícola de la zona. En el verano su fuente de ingresos se desmorona: debe sentarse a esperar pacientemente que termine la época de fumigaciones para seguir trabajado. "Yo tengo una granja de pollos, pero hace dos meses que la tengo parada. La soja la tengo a 40 metros. Fumigan y me matan el pollo. Una vez me mataron casi la mitad de los pollos. Esta vez no puedo arriesgarme", lamenta.
Pero los perjuicios económicos son mínimos para Marta, comparados con los que los pesticidas le causaron a su calidad de vida. Basta con decir que ya no puede salir a la calle en Líbaros, hasta hace poco monumento al aire puro, si no es con el rostro cubierto por una máscara. Un filtro especial para agroquímicos, que debe cambiar periódicamente, es lo que le permite seguir respirando. "Yo vivo con máscara, no puedo salir afuera si no es con máscara, desde hace más de dos años. Usar esto me permitió dejar los aerosoles que usaba, de dos tipos, tres aplicaciones por día de cada uno. Es bueno, porque ya no me puedo poner más decadrón; pero como el filtro es descartable, estoy gastando la plata. Igual termino cada cinco o seis meses internada por intoxicaciones digestivas. Se me agregan cada día más enfermedades".

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SANTA ANITA ENVENENADA
Gustavo Javier Rivero Mohr tiene la única farmacia de la zona, la Farmacia del Pueblo, en Santa Anita. Él tampoco tiene problemas en contar lo que pasa: cada vez que fumigan hay medicamentos que se venden hasta agotarse. Es el caso de la crema de bismuto, que se utiliza para detener la diarrea, y también de antialérgicos y colirios, gotas para la irritación de los ojos. Ya no sabe qué hacer con tanta gente enferma. Eso fue lo que le contó a Jorge Rulli, del Grupo de Reflexión Rural.
"Se le agotan el Dexalergin y el Reliverán (comprimidos para los vómitos). Andan todos con los aerosoles", cuenta Marta Cian. Y también lo confirma Claudia Heer, una referente de quienes reclaman en Santa Anita: Rivero se quedó sin stock de Reliverán y crema de bismuto. Eso pasa en estos meses, en diciembre, enero y febrero, cuando se fumiga.
"Unas bellas mujeres, vecinas de Santa Anita, nos habían traído los certificados médicos que indican que debieron ser internadas reiteradamente por intoxicación con pesticidas órganoclorados. La diarrea, las cefaleas, la rinitis, la gastroenteritis, el eritema facial que sufren y que evidenciaban ante nuestros ojos, eran también la consecuencia del paquete tecnológico de las sojas de Monsanto", relata Rulli.

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"SON DELITOS AMBIENTALES"
Lescano denuncia que falta presencia del Estado, tanto de la Nación, la Provincia y los municipios, para hacer frente a la problemática. Según cuenta, hace presentaciones ante la Secretaría de Medio Ambiente de la Provincia, pero "tiran la pelota afuera continuamente". Por eso alienta otro tipo de acciones, intervenciones judiciales: "La única alternativa que hay ante el bombardeo químico es que la gente pierda el miedo y empiece a ir a la Justicia". Aconseja actuar en el momento y lo más rápido posible una vez que alguien sufre un problema de salud por efecto de una fumigación. "Hay que presentarse como querellante y pedir una serie de medidas inmediatas: allanamientos, toma de muestreos, secuestro de algún elemento que se usa para fumigar, como puede ser un mosquito, avión, bidones. Esto se hizo acá con la gran mortandad de perros, gallinas y chanchos en barrios de Basavilbaso, hace unos años. Se comprobó, pero la gente de la Provincia dijo que no. Yo los escracho públicamente".

fuente miércoles digítal

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