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HERMANA MARÃA ISABEL
16-08-2007
75 AÑOS DEL COLEGIO ESTRADA
Ya venÃa desempeñándose desde hacÃa tres años como maestra, será quien va a asumir como superiora en reemplazo de la madre Berchman, reverenda muy apreciada que se desvinculaba definitivamente de las responsabilidades máximas. En cambio, ésta era una monja recta, exigente con quien se aprendÃa, daba clases en 4to. y 5to. concentrados; pero muy severa principalmente con los varones que no demostraban buena conducta, el puntero con una goma en su extremo no dudaba en darle uso si fuera necesario, y los castigos no eran de los más agradables, muchos la registran en sus memorias. En el transcurso de su gestión ingresa la Hna. MarÃa de Lourdes (1945) a 2do, recordemos que estuvo cumpliendo obligaciones del mismo modo en el Colegio de San José. Con tÃtulo de Maestra Normal Nacional en 1946 se hizo cargo de 3ro. la Hna. Felicia de Jesús, ese año se responsabilizó de 1ro. Superior la Hna. MarÃa Eva, tiempo después esta monja dejarÃa los hábitos. Con 50 años de edad y 30 años de servicios en la provincia, en 1948 tomó posesión de 3er. grado la Hna. MarÃa Eugenia, quien fuera directora años después de la Institución y lo hizo también en el Colegio de San José. Entra ese mismo año, con 35 años de edad la Hna. MarÃa Ancilla en 1ro. Inferior, muy buena, la recuerdan por su gran habilidad en manualidades, enseñaba corte y confección a muchas alumnas, aprendió con ella a bordar “Mulata†a quien nos referiremos. No fue siempre una constante, pero las vacantes producidas eran cubiertas al iniciarse el año lectivo
Hacia la segunda mitad de la década del cuarenta nuestro pueblo no perdÃa las caracterÃsticas de “Aldeaâ€, era cura párroco el emblemático Antonio Gaggión (1937-1955) y como ayudantes lo secundaban jóvenes tenientes curas, por citar algunos, el popular y querido “pochocho†Orlando Bottegal; Américo Pezzarini, quien fuera uno de los impulsores de la creación del club Recreativo San Jorge, nacido en la Parroquia en mayo de 1950, y Vice presidente de su primera comisión. Época de reconstrucción de Europa, después de la terrible destrucción por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el comienzo de la “guerra frÃa†entre las dos superpotencias y con sus respectivos paÃses adherentes cada una, el asesinato de Ghandi... En el orden nacional y provincial, dirigÃa los destinos del paÃs la primera experiencia peronista. Nuestra Villa no era ajena a las divisiones y enfrentamientos polÃticos que se dieron por entonces. En la planta urbana se apreciaba, en el centro apenas una precaria iluminación pública, calles de tierra, la forestación que hoy existe eran diminutos retoños, el nuevo templo comenzado en 1936, el pequeño inmueble “Salón San MartÃn†de uso de la Junta habilitado coincidentemente ese año. Grandes baldÃos, la Plaza Gral. Urquiza ya habÃa sido declarada como principal y recién se iniciaban sus arreglos estéticos, en el Parque San MartÃn como se denominaba por esos años a la Plaza de ese mismo nombre, no existÃa casi nada. En sus terrenos paraban los circos, uno de esos era el de los Hermanos DÃaz, era grande y hacÃa también teatro. Recién en 1950 en el año del “Libertador†a iniciativa de la docente Estela Sigot de Meyer, se va a inaugurar el Monumento, cuando era presidente de la Junta el Señor Augusto Guiffrey (1948-1958).
Nuestro Colegio continuaba con su ritmo tesonero, la matrÃcula era numerosa y decenas de adolescentes se nutrÃan de su educación integral. Los chicos de entonces provenientes en gran parte de zonas rurales, eran chúcaros, muchos lloraban el primer dÃa de clases por temor, algunos ni siquiera sabÃan tomar el lápiz. En relación al menú, confiesa una interna que era un sacrificio comer ciertas comidas, cuando bajaba al comedor ¡ rogaba a Dios que no hubiera lentejas!. Cuidado con quejarse, las religiosas tenÃan sus preferencias y nadie cuestionaba sus decisiones. Comenta una pupila sobre esos tiempos: “ En este Colegio aprendà muchas cosas, respeto a los mayores, amor al otro, compañerismo y cariño a los educadores, ser prolija y aplicada. No estoy arrepentida (...).â€.
Anécdotas: corresponde a la menor, hija pupila del señor cooperativista residente en la colonia mencionada: La higiene era sagrada y nadie se salvaba. “Una vez por semana nos hacÃan barrer las galerÃas. Me decÃa la hermana Isabel ¡Blanc!, toque los escobazos, y yo media ‘Sotreta’, pensaba qué será eso, tendré que tocar la escoba con la mano.¡Qué inocencia, Dios mÃo!.â€. Esta picarona tenÃa otra costumbre, ¿qué si la descubrÃan?: “Yo me levantaba muy temprano en cuclillas para espiar a las hermanitas cuando se iban a vestir, pues debajo de los hábitos yo querÃa saber si habÃa una cabellera larga, en fin todo lo curioso para una niñaâ€.
Cada cual tenÃa su lugar para atar su caballo en un árbol, se distinguÃa a uno por uno con su huella, este orden pocas veces se alteraba, lo mismo sucedÃa con los Sulky, se ubicaban donde están hoy los sanitarios de los varones. Hasta aquà todo bien, pero ocurrÃa que estos caballos, “petisos escueleros†como se los llamaba, eran mansitos, esperaban atados a sus usuarios para el regreso. SucedÃa que otros chicos terribles del pueblo ¡si Ud. sabrÃa quiénes!, venÃan y se los ocupaban, cuando salÃan del Colegio estos pobres animales estaban cansados, sudados que no daban más y no querÃan marchar. Nos imaginamos a la distancia la rabia que se llevaban. Comparando, como si a Ud. hoy le desinflaran las gomas de la bicicleta, -broma o gracia muy pesada que se sigue haciendo muy a menudo- la bronca que se agarra, y más aún si anda de prisa, no es menor.
Como ya sabemos, existÃa buena relación con la Parroquia, para las fiestas patronales habÃa toda una preparación previa. Los chicos tenÃan que asistir en grupo por la tarde porque se llevaba a cabo la novena, el dÃa 08 de septiembre el Colegio entero desfilaba con guardapolvo blanco, la hermana Laura iba adelante, tenÃa la paletita que sonaba fuerte, y todos se quedaban quietos, les reclamaba atención. Este instrumento para llamar al orden dejado en desuso se llamaba “Tabletaâ€, consistÃa en dos maderas con una bisagra. Esta monja les enseñaba cantos que se practicaban mucho para esas celebraciones, cuando desafinaban se ponÃa nerviosa, pues ella acompañaba tocando el piano. Con lujos y detalles se preparaba con mucha antelación, el sacramento de la primera comunión, al finalizar, era habitual ofrecerles a los chicos en el patio del Colegio chocolate, la leche se traÃa del campo, toda de regalo para la ocasión y bollos que donaban o dejaban a bajo precio los panaderos, por ejemplo Lucio Firpo. Estas pequeñas cosas, amén obviamente de lo religioso, nos marcan a fuego cuando somos chicos, son actos de los cuales no nos olvidamos más. Al terminar el ciclo lectivo y por espacio de una semana como mÃnimo, se realizaba la exposición de los trabajos, bordados por lo general que era los que más se enseñaba, se exhibÃan en un aula previamente acondicionada. ¡Humm...! Hablarle hoy a las chicas de “Bordadosâ€... ¡Cómo han cambiado los tiempos! .
Villa Elisa al DÃa