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NUESTRO BUZÓN
04-09-2007

PALABRAS ESCRITAS POR LA PROFESORA ELENA FAVRE CON MOTIVO DE CELEBRARSE LOS 80 AÑOS DE LA ESCUELA PROVINCIAL AGROTÉCNCA “ CAP. GRAL J.J. DE URQUIZA”

(Villa Elisa al Dia)

Añoranzas :tengo de la Escuela Agrotécnica, los más gratos y profundos recuerdos…
Ella fue mi primer destino como docente; entonces aquí, el izamiento de la bandera, las aulas, las galerías, el sonido del timbre, el bullicio de los recuerdos, los colegas, las reuniones en salas de profesores, se hicieron realidades cotidianas.
La jornada escolar se iniciaba por aquellas épocas, a las siete de la mañana. Aún estaba oscuro y apenas se divisaba el colectivo, envuelto en la niebla mañanera, al detenerse en la esquinas de la ciudad para levantar a quienes viajábamos en él. ¡Alumnos y personal compartíamos el camino a la escuela! Las ramas desnudas de los árboles, en los jardines del establecimiento durante el invierno, amanecían cubiertas de hielo (producto de las heladas nocturnas); pero al llegar la primavera, esas mismas ramas nos esperaban cubiertas de pimpollos. ¡ la magia de la naturaleza en todo su esplendor.
Los profesores componíamos un grupo jovial, alegre, unido, dispuestos a encarar proyectos. Con el resto de personal, formábamos una gran familia.
Los alumnos eran muy respetuosos y nos trataban con admiración, sobre todos aquellos que, procedentes de otras ciudades, se hospedaban en el internado, lejos de sus respectivas familias, durante toda la semana.
Ellos alternaban las tareas áulicas con otras actividades manuales, en las referentes secciones agricolo-ganaderas. ¡Estaban siempre ocupados!
Muchas veces, invitados por el verdor y por la inmensidad campesinas que las largas ventanas permitían apreciar, salíamos a dictar clases al patio, debajo de los árboles, ubicados en rondas y sentados en grupos, en los bancos del parque.
Leíamos, interpretábamos, discutíamos, nos enojábamos, nos reíamos, pero el paisaje hacía de la clase una experiencia diferente.
La fiesta gaucha que preparábamos para conmemorar el Día de la Tradición llenaba el alma de grandes y chicos. Guitarras, acordeones, danzas, trajes, glosas, escenarios… Los jóvenes alumnos eran el motor de la convocatoria, pues, orgullosos, mostraban en el desfile sus propios caballos y sus prendas camperas lujosamente decoradas para la ocasión. La escuela era, en verdad, su segundo hogar; ¡vivificaba sus raíces!
Las tardes de sol regalaban colores y movimientos. Las tardes de lluvias, en cambio, transcurrían lentas, silenciosas, casi monótonas. Si embargo, algunos mates y doradas tortas fritas amasadas por la cocinera, aportaban la calidez y el bienestar necesarios.


El regreso a Colon, al final del día, no siempre resultaba fácil. Lo hemos hecho a pie, acortando distancias; en bicicleta, en el transporte escolar o en cierta jardinera que venía al pueblo a vender verduras. ¡cuestión de suerte!
Ella era una escuela diferente, luminosa, amplia, alejada del ruido ciudadano; una escuela que me permitía extender la mirada por la línea del horizonte. Una escuela con aulas espaciosas, abiertas a las flores y a los conciertos de los pájaros.
Fueron tiempos hermosos, cargados si de obligaciones docentes y familiares. Los hijos pequeños restaban dedicación a la tarea educativa; mas nuestra juventud nos permitía robarle horas al sueño y al descanso para poder asistir, participar, crear y por lo tanto, “crecer” día a día, casi sin darnos cuenta.
“Crecer” espiritualmente porque el corazón se ensancha, se puebla de satisfacciones y cosecha nuevos amigos.
¡La Escuela Agrotecnica: un lugar al que siempre me hubiese gustado volver!
Profesora Elena Favre
DNI11.979.208

Villa Elisa al Día

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