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CONFLICTO CAMPO-GOBIERNO
15-06-2008

UN TERREMOTO SOCIAL CON EPICENTRO EN GUALEGUAYCHÚ SACUDIÓ A LA ARGENTINA

Por izquierda y por derecha; independientes, radicales, peronistas, socialistas; cristianos, ateos; empresarios, obreros: miles y miles gritaron ayer todos al unísono, un atronador ¡basta!. La disociación entre discurso y práctica, que caracteriza a la gestión del matrimonio presidencial, tocó un extremo y fue el pueblo en las calles el encargado de trazar la raya. La presidenta Cristina Kirchner, que decreta a favor de multinacionales y especuladores y grupos concentrados de la economía, pero sostiene un discurso de apariencia distribucionista y con pretensiones “progresistas”, y ante los reclamos de sectores populares embiste con todo tipo de calificativos negativos contra mujeres y hombres argentinos, recibió ayer un repudio generalizado en las calles y todo indica que ya nada será lo mismo.



Muchos recordarán la jornada de ayer, 14 de junio de 2008, por la pueblada en respuesta a la soberbia oficial, pero ya se preparan nuevas manifestaciones, oficialistas por un lado, y con simpatizantes del campo por otro, de modo que el conflicto de tres meses se agudizó y anudó más que nunca.

Es difícil recordar un levantamiento generalizado, en todo el país, contra una cadena de errores a un punto inexplicable, del gobierno nacional. A 11 días de recordarse el Grito de Alcorta, que hizo historia en el movimiento campesino de la Argentina con la lucha de los arrendatarios, los productores volvieron a la escena nacional pero esta vez con millones de argentinos aliados a la protesta, principalmente por la fastidiosa determinación del gobierno central de agredir al ciudadano que reclama. Después de años de indiferencia con sectores del campo, entre otros, y puesto ante la protesta de los productores, optó por buscar su descrédito y justificar a cualquier costo una política errática, antes que aportar ideas para superar el conflicto.

Entre Ríos convulsionada

Ayer tocó un límite la política de la chicana y el ninguneo. Las mentiras, agachadas y embestidas del gobierno de Cristina Kirchner contra mujeres y hombres trabajadores, y su manifiesta incapacidad para discernir, y para comprender a numerosas actividades vinculadas al campo, desembocó en una protesta masiva no ya en una ciudad, una provincia, sino en todo el territorio nacional, y con epicentro en la combativa Gualeguaychú. La provincia de Entre Ríos, como casi todo el país, se encontraba convulsionada ayer con movimientos espontáneos y debieron pasar siete horas desde la detención de Alfredo De Ángeli, para que se escucharan las primeras voces oficiales.

Indignación y perplejidad, fueron las respuestas que predominaron durante la represión de manifestantes en la ruta nacional 14, y más cuando se supo que casi 20 productores, entre ellos De Ángeli y Juan Ferrari, habían sido detenidos por la fuerza y trasladados a Concepción del Uruguay. Horas después fueron liberados todos, y De Ángeli salió de Gendarmería levantado en andas y vivado por los uruguayenses, un símbolo no sólo de su popularidad y de la simpatía de gran parte de la población con la lucha agraria, sino también del desgaste gubernamental.

Estudiantes, docentes, dirigentes gremiales, jubilados, almaceneros, profesionales, debatían en Paraná ayer a la mañana en asamblea multisectorial sobre el estado del conflicto, cuando se enteraron que Gendarmería había comenzado la represión. Entonces coincidieron en que la agudización del conflicto sólo se explica por la ausencia de soluciones a reclamos apilados en distintos sectores del país, y no sólo de la actividad rural.

Pero en el momento en que los manifestantes enumeraban en asamblea sus críticas al gobierno central, en relación con el federalismo, la república, la alimentación, el empleo, la educación, la deuda externa, los impuestos, y la ignorancia de tantos funcionarios sobre el estado verdadero del interior del país, miles de argentinos decidieron salir a las calles, por voluntad propia, y no por una sino por numerosas razones que provocarán, sin dudas, un cambio necesario en la gestión de Néstor y Cristina Kirchner.

Distribución en veremos

El primer reclamo de De Ángeli, una vez liberado, fue contra los superpoderes entregados por el Congreso al Ejecutivo, por la asistencia de los legisladores a las sesiones, y por un cambio en las actitudes de gobernadores alineados con el poder central.

La protesta de ayer se originó en el aumento indiscriminado de retenciones a las exportaciones hace más de tres meses, pero la crisis puso sobre la mesa de discusión asuntos vitales en el manejo del país y el uso de los fondos públicos. Ayer, los asambleístas de Paraná pedían que el Gobierno actuara a favor de los pequeños y medianos productores y pusiera límites a la extranjerización de la tierra, y a la concentración de la tenencia y el uso del suelo, reclamos que el Gobierno desoyó en reiteradas oportunidades en estos cinco años.

Pero las quejas iban más allá. Planes sociales de 150 pesos, planes alimentarios de 30 pesos, precarización laboral, falta de infraestructura para servicios elementales como la educación, jubilaciones de 300 pesos, cuando el costo de vida superó los 3.000 pesos, constituyen la pretendida “distribución” que el gobierno nacional divulga, dijeron los integrantes de la multisectorial, y consideraron a todas luces insuficientes esos planes.

Nuevamente la diferencia entre pequeños productores y pooles de siembra fue el eje de los debates, pero a diferencia de otros encuentros, los dirigentes apuntaron ya otras críticas hacia la presidenta Cristina Kirchner porque consideraron que ignora asuntos básicos de la actividad agropecuaria. Y esto, basado en dos expresiones de la Presidenta, en las últimas horas: cuando habló de las “proteínas del arroz”, y cuando aseguró que la actividad agropecuaria no tiene riesgos.

Grupos numerosos de argentinos salieron a la calle para manifestarse, y en particular ocurrió lo esperado en Paraná y Gualeguaychú: los 100 manifestantes reprimidos se multiplicaron por miles y en sólo una hora fue imposible para el Gobierno quitar de la ruta a la multitud de entrerrianos enojados con una gestión que mezquina respuestas elementales para iniciar un camino de superación del conflicto y que ayer, en pleno conflicto, volvió a anunciar otra embestida con más manifestaciones oficialistas.

El debate sigue

El dirigente Juan Echeverría explicaba ayer, antes de que se desatara la represión en Gualeguaychú, que el último congreso de la Federación Agraria Argentina había decidido continuar con la protesta junto a las demás entidades del campo, o en soledad en caso de que las otras organizaciones no acompañaran.

Explicó que la Mesa de Enlace de los cuatro gremios del campo ya no tenía la unidad de semanas atrás, porque algunas estaban más propensas a acordar, pero en la Federación Agraria había voluntad de continuar en lucha por los reclamos referidos a la leche, los granos, las carnes, las frutas, y por consignas como la ley contra la extranjerización de la tierra, y una ley de arrendamientos que ponga coto a los ponles y permita el asentamiento de la familia rural.

Los referentes de otros sectores de trabajadores, almaceneros, docentes, jubilados, estudiantes y mujeres autoconvocadas, apoyaron las medidas de la FAA y expusieron un crudo panorama que, según los dirigentes, demuestra que la distribución de los recursos desde el estado está lejos de sus aspiraciones.

En ese sentido reclamaron cambios en los planes sociales, aumentos de las cuotas alimentarias, aumentos en las jubilaciones, cambios impositivos que eliminen los impuestos a alimentos básicos, y mejoras en los salarios. Y alertaron contra la precarización laboral que lleva a muchos ciudadanos, aún a los empleados, a desenvolverse bajo la línea de pobreza.

Respecto del campo, la multisectorial insistió en el reclamo de leyes contrarias a la concentración de la tierra y favorables al establecimiento de trabajadores y pequeños propietarios rurales, y apuntó que el sistema actual sólo favorece a grupos que, con poco margen, pueden acaparar las superficies sea con altos arrendamientos o con la compra de los predios que los campesinos se ven obligados a abandonar.

Insistieron en marcar la distancia entre el discurso presidencial y los hechos, que a juicio de los manifestantes facilitan el camino a grandes empresas frigoríficas, aceiteras, lácteas, exportadoras, fideicomisos especuladores y grandes propietarias del suelo o proveedoras de insumos y petroleras, en desmedro de las pymes del campo y de los consumidores.

Por último, afirmaron que el manipuleo de estadísticas del Indec está escondiendo el crecimiento de la pobreza y la marginalidad, incluso en gente que posee empleo, por la precariedad de los salarios, y los almaceneros aseguraron que los convenios para preservar precios en algunos alimentos no se cumplen en la práctica porque las empresas no entregan las marcas que forman parte de esos acuerdos.

En medio de la eclosión social vivida ayer, el aporte de datos concretos en la multisectorial reunida en Paraná se mostró como un ámbito serio para que las discusiones no queden en pancartas y cánticos, pero es tal la variedad de problemas que encierra el conflicto actual que cualquier abordaje periodístico quedará en deuda con los detalles. Sólo la producción, el mercado, el consumo y las exportaciones de leche y la desaparición de tamberos pequeños, por caso, daría para una explicación kilométrica que muestra una de las razones del disgusto en el interior del país. Sin embargo, la cadena de acusaciones del gobierno contra familias de productores, y la ausencia de ejemplos concretos de distribución equitativa, son dos de los elementos irritantes del conflicto y, hasta ayer, el gobierno no daba señales para empezar a desanudarlos. En Paraná se esperaban nuevas manifestaciones de reclamo, incluso una jornada de reflexión que encabezarán docentes de la Asociación Gremial del Magisterio seccional Paraná este miércoles.

Publicado en Diario UNO de este domingo

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