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POLICIALES
16-01-2010

SE DESVANECEN LAS ESPERANZAS DE HALLAR A UNA FAMILIA QUE DESAPARECIO HACE 8 AÑOS EN CRUCESITAS SÉPTIMA

(Villa Elisa al Dia)

Pasaron ocho años de la misteriosa desaparición de la familia Gill, y para Guillermo Vartorelli, el abogado de los familiares de Rubén Mencho Gill, “las esperanzas de hallarnos con vida se desvanecen con el paso del tiempo”. El jueves se cumplió un nuevo aniversario del caso policial más arcano de la historia policial de la provincia. El 13 de enero de 2002 Mencho Gill, que al momento de su desaparición tenía 56 años, su esposa Norma Margarita Gallego tenía 26 y sus hijos María Ofelia 12 años, Osvaldo José 9, Sofía Margarita 6 y Carlos Daniel de 3 fueron vistos por última vez en el velatorio de Máximo Vega, un vecino de Viale. El numeroso grupo familiar vivía en una dependencia de la estancia La Candelaria, propiedad de Alfonso Goette, ubicada en Crucesitas Séptima, en el Departamento Nogoyá, a pocos kilómetros de Viale, donde el jefe de familia realizaba tareas rurales.

Vecinos de la zona recordaron en aquella época que el peón “era un hombre sencillo que no tenía problemas con nadie”; estos testimonios sumaron más misterio a la hora de evaluar los motivos de la desaparición de la familia. En los comienzos de la investigación se habló de tensas relaciones laborales, familiares y hasta sexuales, aunque ninguna fue corroborada por las partes que tomaron parte del proceso judicial. También se escucharon rumores relacionados con algún tipo de vínculo con personajes de la escena política que tampoco pudieron ser demostrados efectivamente y sólo quedaron como condimentos de un caso al que no le faltó nada de nada. Excepto que los Gill aparezcan.

A ocho años, lo que sí quedó muy en claro es que los seis integrantes no se ausentaron por su propia voluntad. Así pareció entenderlo el juez de Instrucción de Nogoyá Jorge Sebastián Gallino que después de varios años de búsqueda del grupo familiar por distintos puntos del país e incluso de países limítrofes, bajo la hipótesis de que estaban con vida, ordenó realizar un allanamiento en La Candelaria. El casco fue escenario de un prolongado y minucioso relevamiento que duró 10 meses en búsqueda de elementos de prueba que se realizaron con modernos métodos. Así, numerosas pruebas recolectadas en el allanamiento por colaboradores del médico forense de Tribunales y por efectivos de la Dirección de Inteligencia Criminal, de Homicidios y de Investigaciones esperan ser incorporadas al voluminoso expediente.

Nueva etapa
Guillermo Vartorelli es el abogado que representa los intereses de Otto Gill, hermano del malogrado gaucho y su familia. A instancias suyas, la causa cobró impulso como consecuencia de una carta que su representado envió a Presidencia de la Nación solicitando apoyo para dinamizar la investigación. La respuesta llegó en la forma de un radar denominado Eco scanner que permite detectar tierra removida a pesar del paso del tiempo y de otro novedoso elemento llamado Luminol, una sustancia que posibilita recolectar muestras de sangre aunque hayan pasado muchos años.

Las pericias que se realizaron en la estancia, cinco años después de la primera inspección ocular que fue ordenada 18 meses después de la desaparición de la familia, según consta en foja 276 del expediente, permitieron recolectar muestras que fueron remitidas a laboratorios de Buenos Aires e incluso del extranjero para ser analizadas y se esperan sus resultados.

A pesar del nuevo brío que tomó la investigación, Vartorelli señaló a UNO que “es angustiante esta situación, y es increíble lo que está soportando la familia de Rubén Gill y de Norma Gallego. El tiempo pasa y se desvanecen las esperanzas de encontrarlos con vida, a pesar de que se han realizado importantes medidas investigativas desde la desaparición del grupo familiar”, y añadió que “es improbable que se hayan ausentado por sus propios medios y por su propia voluntad”.

Vartorelli fundamentó su opinión en que “en todo este tiempo tuvo que haber algún elemento que luego de la larga búsqueda permitiera alentar la esperanza de dar con los seis integrantes de esta familia”, más aún teniendo en cuenta, como señaló el profesional, que “cuatro niños eran parte del grupo y no se ha hallado ninguna pista de que fueran atendidos en algún centro de salud de la provincia o del país y no hay registros de que hayan sido anotados en algún establecimiento educativo. Tendría que haber alguna pista y en todo este largo y angustiante proceso no se ha obtenido nada”.

Por otra parte, fuentes judiciales deslizaron que si bien no hay avances significativos desde la finalización del allanamiento en la estancia de Goette, Maximiliano Navarro, que representa los intereses de María Adelia Gallego, la madre de la desaparecida Norma Margarita Gallego, solicitaría la realización de pericias en campos aledaños a La Candelaria que el estanciero haya arrendado para llevar adelante su actividad agropecuaria, las que se agregarían a las iniciadas el 3 de noviembre de 2008 en el casco ubicado en Crucesitas Séptima.

Pistas endebles
Entre las situaciones que resulta importante recordar para entender las dilaciones en la investigación para dar con la familia Gill se encuentra que el juez Gallino, en los prolegómenos de la causa, ciñó demasiado la investigación a pistas que, al menos, se presentaban poco firmes. En este sentido, fue muy señalado que haya sostenido como serio el testimonio de José Domingo Haller, propietario de una gomería ubicada en La Picada, que se presentó como la última persona en ver con vida a los Gill, cuando estos pararon en su negocio a reparar una rueda.

Según consta en el expediente, Haller declaró: “Me comentaron que iban a Corrientes a ver al Gauchito Gil, entonces les dije que ese gaucho era un gil de goma, a lo que me respondieron que ellos eran de apellido Gill”. También, Haller dio cuenta en su declaración de un auto Chevrolet Súper azul en el que se trasladaba la familia, pero la procedencia del vehículo no se ha podido establecer. Además todos en la zona sabían que los Gill eran asiduos usuarios de remís y nunca se los vio con móvil propio. Incluso aquel 13 de enero de 2002 regresaron a su casa en el auto de una docente de la escuela a la que asistían los niños.

La causa tuvo otros puntos contradictorios y misteriosos, como lo sucedido con el celular, que increíblemente continuó activado hasta abril de 2003, según informó la empresa de telefonía CTI, es decir 15 meses más después de la desaparición de toda la familia.

Fuente: Uno E.R.

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