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ENTRE RIOS
24-03-2011

24 DE MARZO DE 1976, EL DIA QUE LOS ASESINOS TOMARON EL PODER-LAS DESAPARICIONES EN ENTRE RIOS-POR ALFREDO HOFFMAN- UNO



(Villa Elisa al Dia)

Falsos enfrentamientos, un método para garantizar el exterminio
24 de Marzo. La investigación judicial permite demostrar en Entre Ríos cómo se aplicaba una de las técnicas más utilizadas por los represores para el asesinato de los disidentes políticos. Los comunicados del Ejército, único registro de la farsa
Se sabe que los cuerpos fueron trasladados al Hospital Militar aunque no hay registros.
A 35 años del golpe militar que dio inicio a la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla, el avance de la Justicia va confirmando las metodologías de la represión ilegal y el genocidio siempre denunciadas por víctimas, familiares y organismos de derechos humanos. Uno de esos métodos era presentar los asesinatos ante la opinión pública a través de falsos enfrentamientos, verdaderas puestas en escena en las que las fuerzas armadas y de seguridad simulaban persecuciones y tiroteos que en realidad no eran más que matanzas.
Esta técnica para el exterminio de los disidentes políticos durante la última dictadura va quedando clara en la investigación que se lleva adelante en el fuero federal de Paraná sobre el caso de cinco militantes que murieron en agosto de 1977 en dos supuestos operativos realizados en Paraná y Diamante.
Tal como publicó UNO en febrero, se trata de las muertes de Darío Miguel Valiño, Alejandro Tomás Mónaco, Felipe Guerra, María Luisa Buffo y José Antonio Garza. El 3 de agosto de 1977 fueron ultimados en la capital entrerriana Mónaco, Guerra y Valiño; mientras que el 23 de agosto de 1977, en Diamante, perdieron la vida en un supuesto control de ruta Buffo y Garza.
Ahora, el avance de la investigación, que tiene a su cargo la Fiscalía, permite corroborar con elevado grado de certeza que se trató de una farsa. En primer lugar, no existe ningún acta que certifique los enfrentamientos: cuando se las solicitó a los organismos pertinentes se respondió que ni el Ejército ni la Policía de Entre Ríos tenían ningún tipo de registro de esos hechos. Los únicos documentos que existen al respecto son los comunicados oficiales que emitió el Segundo Cuerpo del Ejército y que por aquellos días publicaron los diarios La Nación, Clarín y El Diario. Así, bajo el título de “Subversivos abatidosâ€, se limpiaba la imagen de una dictadura decidida a eliminar a cualquier ciudadano opositor al régimen.
Por otra parte, no hay constancia de que se hayan producido bajas o heridos entre los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad que participaron de los supuestos enfrentamientos. Tampoco hay registro de que se les haya efectuado análisis de dermotest a los militantes y ni siquiera les secuestraron armas.
Todos estos datos llevarían a confirmar la hipótesis del asesinato, por lo que en adelante los fiscales que tienen a cargo la investigación, Mario Silva y José Ignacio Candioti, buscarán determinar las responsabilidades penales en este delito de lesa humanidad.
El traslado de los cuerpos
Se sabe que los cuerpos fueron trasladados al Hospital Militar de Paraná, aunque tampoco hay registro oficial de los ingresos. Quien firmó los certificados de defunción, indicando que la causa fue “muerte violentaâ€, fue el médico Juan Antonio Zaccaría, quien al año siguiente tendría un rol preponderante en la sustracción de los hijos mellizos de la hoy desaparecida Raquel Negro, delito por el cual deberá enfrentar este año un juicio oral.
Tampoco hay constancia del egreso de los cuerpos del Hospital Militar hacia el cementerio municipal, donde sí anotaron en los libros la entrada de cadáveres provenientes del nosocomio castrense, que en principio se registraron como NN. Desde allí fueron retirados luego por los familiares llegados hasta Paraná desde Bahía Blanca y Tres Arroyos. La documentación relacionada con el paso de los cuerpos por el cementerio fue aportada oportunamente a la Justicia por el Registro Único de la Verdad, cuando era coordinado por Guillermo Germano.Lo que todavía no está claro es dónde se produjeron los asesinatos, si ocurrieron en los mismos lugares de Paraná y Diamante donde se montaron los enfrentamientos o si los militantes fueron traídos ya muertos desde la provincia de Buenos Aires.

Los perseguidosEn la Justicia federal de Bahía Blanca existen pruebas que demostrarían el paso de las víctimas por centros clandestinos de detención del Ejército. Puntualmente, se cree que Mónaco y Garza estuvieron detenidos en el CCD conocido como La Escuelita, una vieja casa ubicada detrás del Comando del V Cuerpo donde los secuestrados eran sometidos a torturas físicas y psicológicas y permanecían alojados en condiciones infrahumanas. Una de las torturas consistía en colgar a los detenidos durante horas en un aljibe, con el cuerpo sumergido. También hay pistas sobre la detención de ellos y de Buffo en campos de concentración de la Armada Argentina, Puerto Belgrano o Baterías.
Alejandro Mónaco, José Antonio Garza y María Luisa Buffo fueron secuestrados a mediados de 1977. Garza, conocido por el sobrenombre de Pecos, era oriundo de Tres Arroyos, tenía 27 años y era militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Se había recibido de ingeniero electricista en 1975. Buffo y Mónaco eran oriundos de Bahía Blanca, militaban en la JUP y estudiaban en la Universidad Nacional de Sur (UNS) la misma carrera que Garza.
Alejandro, El Tano, tenía 24 años y se había casado con Zulma Raquel Matzkin, a quien fusilaron junto a otros tres compañeros el 4 de setiembre de 1976 en lo que se conoce como “La Masacre de calle Catrielâ€. Mónaco, Buffo y Garza volvieron a aparecer muertos, junto a Valiño y Guerra, en agosto, en el Cementerio Municipal de Paraná.

Masacre de La tapera
Un paradigma de los enfrentamientos fraguados en Entre Ríos es lo que se conoce como la Masacre de La Tapera, ocurrida el 25 de setiembre de 1976 a las 0.30. Más de 50 efectivos acribillaron a balazos a Carlos José María Fernández y a Juan Alberto Beto Osuna, al abrir fuego sobre una vivienda ubicada en Rondeau 1396 de Paraná, que recibió más de 300 impactos de bala. Antes habían sido torturados en el centro clandestino de detención Escuadrón de Comunicaciones.
Como en el caso de los militantes de Bahía Blanca y Tres Arroyos, los diarios de la época publicaron un comunicado oficial que relataba un supuesto enfrentamiento durante un “allanamientoâ€. Los restos de Osuna fueron recuperados e identificados. Fernández sigue desaparecido

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