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POBREZA, IDEALES, POLÍTICA, RELIGIÓN Y CARENCIAS FUERON ALGUNAS DE LAS TEMÁTICAS ABORDADAS
21-04-2014
El “Ángel de la medianoche” pasó por Colón
Son las 21:50, y se retrasó el comienzo de la función. La gente lo entiende, sin descontento. Como en toda cola de espera, ha surgido la clásica conversación: ¿qué hiciste hoy?, ¡Está fresco! No, yo tengo calor, Qué lindo está Colón, e infinitas “charlas de ocasión”.
A las 22 llega “Él”, y no se trata de Néstor… sino del polémico actor y periodista Baby Etchecopar, el “Ángel de la medianoche”.
Todos los presentes lo saludan con fervor. Baby ingresa al Teatro Centenario, rodeado de un batallón de cómplices. Le hacen chistes, lo tocan, le preguntan y vuelven a preguntar.
Se trata de un público adulto, y de locos como él, de esos que encuentran la risa en la desgracia, y la ironía en lo más tremebundo.
La sala se convierte de a poco en una reunión de pares. Tan pronto como se llena, comienza a sonar una voz masculina denunciando frases y hechos a un ritmo enloquecedor. “Década infame, Perón, voto femenino, golpe en Chile, represión, imberbes, muerte, tortura” .El locutor se queda sin aire, pero sigue… “abuelas de plaza de mayo, Clarín…estás nervioso?” fueron solo algunas de las palabras que dieron la bienvenida al show.
De pronto llega el esperado actor, locutor y productor televisivo para robar un aplauso unánime y sin control. Se hace presente Baby, el revolucionario de la palabra, el insurgente en acción. Viste zapatos negros, jeans azul oscuro y un saco. Canchero y sonriente da la bienvenida a Colón, mientras se sienta en la banqueta negra -de patas largas- que lo espera sobre el escenario.
A los pocos minutos se corta la luz, y Baby simula un error técnico. Pero no, la oscuridad fue parte del show. Con una linterna alumbra al público enfocando al azar y se ríe de los rostros .Y entre tantos gestos dice haber detectado un” partidario nacional”. Le grita “sufre, sufre, sufre” a las risas.
Para volver a la normalidad, pide “las palabras mágicas”. Y como director de orquesta recibe acción sistematizada. “El tuerto era honesto y Cristina divina”, y volvió la luz. Baby justifica su juego con una metáfora sin rodeos: “en este país es así, hay que darles la razón. Sino no te dan bola”, dijo haciendo alusión al gobierno de turno. Y sin hacerse esperar, renueva lo dicho: “Yo la detesto”, señaló Baby en relación a Cristina Kirchner.Y retoma…”Esta obra que vamos a hacer hoy no es teatro: es un centro clandestino de gente desahuciada”, sostiene con complejos.
Baby transportó a su público a épocas remotas, invitó a recorrer su vida a lo largo de una hora. Nos regaló historias de pobreza, sexo y amor. Puso sobre el tapete anécdotas de menstruación, de relaciones sexuales prohibidas, fantasías, y viajes con la suegra. “Los padres de antes andaban dando vueltas por la casa como una sombra, para pegarte en cualquier momento” señala, mientras recuerda que su padre le decía “el boludo”.
Con un poco de preocupación, y otro poco de lástima, comparó los jóvenes de tiempos no tan lejanos, con los de hoy.
En su casa eran nueve hermanos que compartían una pieza y un ventilador.”Antes se esperaba el vientito” señaló, porque el ventilador giraba y no alcanzaba para todos. Además, era ruidoso como un tractor. Hoy, los chicos se afligen porque no anda el aire acondicionado. Baby cuenta esta realidad mientras ironiza. Imita un joven con desdén, y se ríe… ¡miseria era la de antes!
Para despedir a sus seguidores aconsejó vivir la vida, señalando que “nadie regala nada”. Y como broche de oro contó que para él las manos son el mejor reflejo de nuestras vidas. El espejo más nítido del paso del tiempo. Recordó las manos de su padre, aquel día en que lo despidió. Y dice tener hoy las mimas marcas que su progenitor.”Mis manos se parecen mucho a las de mi viejo” fueron unas de las últimas palabras con que terminó la función “El Sobreviviente”, a las 23:14.
Luego de finalizar la obra, un grupo considerable de admiradores lo esperó a Baby en la vereda del Teatro Centenario, para agasajarlo con abrazos, besos y algún que otro chiste oportuno.
Luego de cambiar su saco por una campera deportiva, el “sobreviviente” salió al reencuentro.
Cada uno de los espectadores pudo volver a casa con una foto y autógrafo de Etchecopar, como testigo del momento.
Autor: Valeria Robin de El Entre Ríos